Home Brasil, Europa, Irán, EE.UU., Arabia Saudita – Vuelta de la soberanía nacional, ¿hacia un último asalto a los Estados-Nación?

Brasil, Europa, Irán, EE.UU., Arabia Saudita – Vuelta de la soberanía nacional, ¿hacia un último asalto a los Estados-Nación?

La crisis sistémica global viene componiendo desde hace 10 años un extraordinario “canon”[1] sinfónico, en el que la crisis financiera, la económica, la social, la política, la ideológica y la geopolítica, todas de escala global, emiten melodías parecidas pero se suceden de manera diferente.

Venimos diciéndolo desde hace ya muchos meses: lo que domina actualmente la agenda global, de manera impresionante y muy preocupante, es el plano político de la crisis. Este visible repliegue nacional no augura nada bueno, ni para la democracia a nivel interno ni para la paz a nivel internacional. Pero se trata de comprender bien las características de este repliegue nacional multidireccional.

Crisis políticas en serie y debilitamiento de los Estados en un primer momento

Actualmente, el caso más emblemático de esta crisis política es el de Brasil y el último intento de la clase política del país por destituir a su presidenta, elegida democráticamente[2]. Pero, aunque afecte a países modernos y de importancia global, no se trata en absoluto de un caso aislado. Casi simultáneamente se ha producido un intento de destitución, finalmente abortado, del presidente sudafricano Jacob Zuma[3]. Anteriormente, ya fuimos testigos de violentos cuestionamientos más populares y dinámicos contra Erdogan[4] en Turquía y contra Putin en Rusia[5]. Evidentemente, el caso de Yanukóvich[6], en Ucrania, podría agruparse en esta misma categoría de destituciones o intentos de destituciones de jefes de Estado elegidos. Incluso Europa tiene su propio ejemplo en Italia, un país dirigido por un jefe de Gobierno no elegido, desde que Enrico Letta se viera obligado a dimitir en 2014[7] (un caso poco conocido). Resulta evidente que todas estas agitaciones tienen su origen en la Primavera Árabe, aunque hay que remarcar que, con el paso del tiempo, los dirigentes expulsados están anclados en países con sistemas democráticos cada vez menos cuestionables.

Generalmente, esta tendencia está ligada a la obligación de información que impone Internet y a la necesidad, igualmente surgida a raíz la revolución de Internet, de reinventar nuevos métodos democráticos que a menudo encontramos entre sus páginas. Indudablemente, en la era de Internet y de los tejidos sociales globalizados y ultra-conectados, el antiguo sistema de validación democrática de los dirigentes políticos, por medio de elecciones periódicas, ya no basta para otorgar la legitimidad suficiente para gobernar. Numerosos intelectuales trabajan en la reinvención de los mecanismos de legitimación democrática de la política, por todo el mundo. Sin embargo, en este momento, los ciudadanos no perciben gran cosa de este trabajo, aparte de la aparición de nuevos partidos, la destitución de dirigentes elegidos y la celebración de referéndums sin efectos[8]. La reforma esperada al respecto es infinitamente más profunda.

Endurecimiento de los Estados y abandono de los principios de apertura y democracia, como segundo paso

Ahora bien, ante la ausencia de soluciones, las desestabilizaciones políticas cada vez más importantes de las que estamos siendo testigos, generan las condiciones ideales para el endurecimiento de los Estados, el abandono de los principios democráticos y la represión de los colectivos nacionales, por parte de los intereses autóctonos o no. Entre el tutelaje extranjero y el nacionalismo tradicional, en los próximos años los pueblos no van a tener prioridad en el debate público, siempre que las élites de las pirámides políticas siga tambaleándose.

En cuanto al nacionalismo, tenemos los ejemplos de Putin y Erdogan, dirigentes endurecidos por el golpe de las crisis que han vivido. En cuanto al tutelaje, tenemos el de Ucrania, Egipto…

América del Sur, ¿tutelaje estadounidense o entrada en el siglo XXI?

En lo relativo a Brasil, ya anticipamos hace al menos un año que América del Sur, tras deshacerse de las dictaduras militares a finales del siglo XX, podría tener también que dejar atrás las revoluciones populares, antes de poder mirar al futuro con serenidad. Por supuesto, existe la preocupación sobre la posibilidad de una nueva toma de control por parte de EE.UU. sobre el subcontinente, tras los incidentes de Cristina Fernández en Argentina[9], Dilma Rousseff en Brasil, Nicolás Maduro en Venezuela[10]…Sin embargo, todos tienen en común la herencia de una izquierda revolucionaria indiscutiblemente gloriosa en el pasado, pero igualmente anclada en una historia ya anacrónica.

Ahora bien, todos los países afectados no conseguirán obtener el lugar que les corresponde en el mundo de mañana, pues esta herencia podrá ser utilizada en su contra. Cuando Dilma Rousseff, en plena modernidad, promueve el fortalecimiento de MERCOSUR o la contribución de Brasil a la reforma de la gobernanza mundial a través del BRICS, resulta demasiado fácil acusarla de antiamericanismo.

Por supuesto, en un primer momento, los cambios de régimen en estos países van a generar incertidumbre y un sentimiento de retroceso, en parte justificados. Pero la América actual y la de los años 50 no tienen nada en común. China no va a replegarse ni Internet va a desaparecer de manera duradera. Y el endurecimiento político que van a vivir estos países, será estrictamente similar al que el mundo entero experimentará en los próximos años. Los Macri y otros Temer[11], ciertos amigos de las finanzas y de los estadounidenses, caerán rápidamente en la cuenta de que sus patrocinadores tienen los bolsillos y la cabeza más vacíos de lo que pensaban. El ejemplo italiano es revelador desde este punto de vista: Matteo Renzi, que llegó al poder en plena crisis euro-rusa y que seguramente se haya visto presionado por los intereses transatlánticos, no ha tardado en convertirse en uno de los principales detractores de las sanciones contra Rusia[12].

Irán, ¿hacia un futuro idéntico?

Dicho esto, este endurecimiento de los sistemas políticos, como respuesta frente al riesgo de caos, por las innumerables crisis que golpean al mundo entero, no está diseñado para calmar las cosas. He aquí un ejemplo de un replanteamiento político que tendrá graves consecuencias. En Irán, el dirigente reformista Rouhani (que obtuvo una nueva victoria electoral en febrero[13]), podría no tener una posición tan sólida como se podría pensar. Actualmente, se apoya en el éxito del levantamiento de las sanciones internacionales y las perspectivas de apertura que se ofrecen por fin a esta gran potencia. Dicho esto, la tardanza en la aplicación del levantamiento efectivo de las sanciones por parte de EE.UU.[14], promueve el sentimiento de traición en Irán. Mientras tanto, los ultra-conservadores no han desaparecido del país. Si bien el éxito de Rouhani en materia de apertura económica del país, disminuye su influencia, solo haría falta que la actitud de los EE.UU. echara por tierra la reputación del ala reformista y contribuyera a que el ala conservadora recuperara su influencia. Sobra mencionar que estas son exactamente las circunstancias que autorizarían a Israel, Arabia Saudita y EE.UU. a atacar a Irán, en socorro del cual acudirían Rusia, India y China, desencadenando probablemente un efecto dominó de catástrofes para Oriente Próximo y más allá. Mientras los EE.UU. de Obama han demostrado ser capaces de comprender que era necesario evitar este tipo de errores, los de Clinton o Cruz bien podrían cometer esta estupidez.

Europa, ¿súper-Estado o espacio de armonización de políticas nacionales?

Como una última observación sobre Europa, diremos que también está atrincherándose paulatinamente tras sus fronteras, sus convicciones y el modelo nacional que inventó. Dicho esto, el empleo de la “artillería pesada” de la soberanía (ejército, policía, fronteras) se clasifica en dos niveles, el nacional y el supra-nacional europeo, en una mezcla de alianza objetiva y de lucha entre los dos niveles del sistema político único europeo. Y el continente oscila entre dos caminos:

. Uno de ellos consiste en transferir los mecanismos de la soberanía a nivel europeo, poniendo en perspectiva el nacimiento de un súper-Estado con todos los atributos necesarios para asumir su papel en la confrontación global que emerge poco a poco.

. Pero el otro resulta mucho más interesante y ya está realmente en marcha: el nivel europeo asume en parte el papel de guardián de los valores europeos (los establecidos después de 1945), dejándolo en manos de los niveles nacionales y centrándose en coordinarlos. Por ejemplo:

En el caso de los bancos italianos, Europa simplemente ha creado una norma, legítima y comprensible además, que prohíbe las ayudas del Estado al sector bancario[15]. Después, ha dejado al país que se las arregle. Así pues, Italia ha puesto en marcha un fondo de rescate financiado por el mismo sector bancario y no mediante fondos públicos[16].

En cuanto a la cuestión fronteriza, los parlamentarios europeos están proponiendo actualmente que las nuevas autoridades aduaneras estén bajo el control del Consejo de la UE (Estados-miembros) y no de la Comisión; dicho esto, el nivel europeo aprueba leyes que por ejemplo autorizan a un país vecino a reconstruir sus fronteras en caso de que otro país se niegue a cerrar las suyas[17].

En materia de contaminación, los fracasos constatados en el mar Báltico justifican ahora un incendiario informe del Tribunal de Cuentas europeo, presionando a los Estados ribereños a aplicar las decisiones comunes[18].

En los tres casos, Europa genera orientaciones y normas/leyes estratégicas y los Estados-miembros emplean sus mecanismos de soberanía para aplicarlos. En ambos extremos de esta cadena de mando hay trabajo que hacer: en un extremo, fortalecer la autoridad europea en cuanto a la aplicación de leyes; en el otro, inventar el mecanismo de legitimidad democrática de las orientaciones estratégicas decididas por el nivel Europeo, una función esencial que el Parlamento Europeo, actualmente, no puede desempeñar.

En el primer caso, tenemos una Europa que monopoliza los mecanismos nacionales de soberanía, echando así por tierra el proyecto original de la invención de un nuevo modelo político. En el segundo caso, se abre camino a una Europa basada en sus Estados-miembros y responsable de su armonización, lo que no significa que estos no puedan democratizar al nivel europeo.

Como siempre decimos, el camino por el que Europa opte finalmente influenciará el camino que tome el mundo, particularmente en lo referente a los riesgos de un conflicto global. Actualmente, nuestro equipo estima que el nivel nacional es el más preocupante (aumento de movimientos xenófobos, abandono de principios democráticos, aumento del gasto militar…), mientras que según parece, el nivel europeo está contribuyendo a mantener el rumbo de sus principios fundamentales[19].

Mundo multipolar: de un mundo compuesto por grandes regiones integradas a un mundo de súper poderes nacionales

A parte de Europa, que representa el proceso de integración regional más avanzado del mundo (a pesar de su fracaso en el plano político), la esperanza de un mundo multipolar basado en grandes regiones que incorporan a todos, está desapareciendo del mapa. En efecto, está emergiendo un mundo multipolar, pero compuesto por súper-Estados, que traen consigo políticas regionales cada vez más hegemónicas:

. EE.UU., por supuesto, está tratando de recuperar el control de sus dos patios, Europa y América del Sur.

. Europa también, o al menos parte de Europa, sueña con una gran zona de influencia consistente en países que presten fidelidad y estén preparados para ofrecerse a las empresas del oeste de Europa a cambio de acuerdos de libre visado… y en promesas eternamente rotas de integración de la UE (Georgia, Turquía, Ucrania[20]).

. Rusia, inevitablemente, continúa con dificultades para mantener su influencia histórica en Europa del Este, los Balcanes, el Cáucaso y las repúblicas de lengua turca – especialmente con miras a mantener tan lejos como sea posible el cerco inexorablemente creado por la OTAN desde la caída del Muro.

. China (tal y como discutimos más adelante en esta publicación del GEAB) se está posicionando en el mundo y necesita establecer su zona de seguridad y asegurar las vías requeridas para mantener a sus 1.500 millones de ciudadanos.

. Arabia Saudita ha estado ganando terreno fuera del radar durante muchos años. El país ha transformado los principados del Golfo en zonas libres y ha extendido, introduciendo petrodólares, su influencia ideológica a través del pobre mundo árabe, cuyos tejidos sociales han sufrido enormemente esta polarización entre la modernidad occidental y el arcaísmo saudí, una elección en la que las aspiraciones auténticas no encuentran cabida[21].

. Sudáfrica, a su propio nivel, presenta también características hegemónicas, poco informadas por nuestros medios de comunicación, pero igualmente reales y documentadas[22].

De un fortalecimiento del nacionalismo al regreso de las ideologías

Este fortalecimiento del nivel nacional más que del regional, viene acompañado de una “formación ideológica” gradual de estos mega-actores, que anuncia la próxima dimensión de la crisis sistémica global, la cual ya está dando la cara: la crisis ideológica. El mundo “multi-giga-nación-polar” también se está creando paulatinamente a raíz de especificaciones culturales, en un movimiento de completo rechazo del modelo occidental dominante, al cual el mundo entero ha tenido que jurar fidelidad durante décadas. Rusia reivindica ahora la legitimidad de su modelo de liderazgo, Arabia Saudita reivindica su modelo religioso, EE.UU. tiene una versión del modelo occidental que se diferencia cada vez más de la aceptación habitual, China está desarrollando su modelo específico, anclado en una historia de hace 3000 años y Europa, Europa… aún promueve sus valores universales e impasibles, un modelo del bien, olvidando fácilmente la Inquisición y el Nazismo.

Como vemos, la emergencia de súper-Estados, que poseen intereses abiertamente competitivos y construyen ideologías polarizantes, no presagia nada bueno y de nada sirve darle más vueltas. El juego de ofensivas y atrincheramientos comenzó en 2014 con la crisis euro-rusa, aún sin resolver. Los bandos apenas dialogan ya. Por ejemplo, es inconcebible que las negociaciones en curso entre los Balcanes y la UE, particularmente con Serbia, continúen siendo bilaterales y no inviten a Rusia a unirse a la mesa, corriendo así el riesgo de conflagración en esta región en cualquier momento.

Nueva gobernanza mundial: razones para albergar esperanza

En 2014 el mundo movió una ficha equivocada. No obstante, existen maneras de canalizar los cambios en direcciones menos aterradoras. Todo dependerá de la habilidad de estos Estados y súper-Estados para trabajar juntos, para reconstruir foros para el diálogo y la cooperación. Hemos hablado en muchas ocasiones ya del trabajo realizado por China y el BRICS en lo relativo a la reforma de la gobernanza global.

Actualmente, nuestro equipo guarda grandes esperanzas en la conferencia de los productores de petróleo que tendrá lugar en Doha el 17 de abril[23], con el objetivo de llegar a un acuerdo entre 17 países sobre una congelación de la producción. Esta conferencia reunirá probablemente en la mesa a los países con menos amistad: Rusia, Arabia Saudita, Venezuela, Irán, México[24]…Para evitar una conflagración general al menos hasta 2020, el mundo multipolar debería aceptar sus diferencias, reconocer la legitimidad de las restricciones de cada Estado y buscar el acuerdo. El éxito o fracaso de la Conferencia de Doha fomentará el optimismo o pesimismo acerca de la potencial reinvención de nuevos mecanismos de gobernanza global.

Guerra o paz, el eje estadounidense

Dicho esto, EE.UU. se opone a esta conferencia y desea que fracase. Debemos preguntarnos por qué un supuesto país petrolero no querría que tal iniciativa saliera adelante[25], pero más allá del hecho de que en este artículo no pretendemos explorar este asunto en particular, es evidente que EE.UU. está tratando de frustrar todos los esfuerzos globales de reorganización necesarios. Tanto tiempo como esta situación persista, será motivo de preocupación para los ciudadanos del mundo.

Sin embargo, existen razones para la esperanza y el optimismo, cuando observamos cierto progreso en la toma de conciencia por parte de EE.UU., de su posición en el mundo. Entre tales avances, se encuentra el hecho de que la Fed por fin ha dejado de hablar sobre la subida de sus tipos, y ha tomado tal decisión basándose en la comprensión de la situación global. Resulta bastante tranquilizador que Yellen haya tomado finalmente una decisión responsable, consistente con el estatus de la reserva internacional de su moneda, el dólar[26]. No era lógico que por un lado, se aferrara al estatus internacional del dólar y, por otro, gestionara la moneda de manera provincial, con un objetivo respecto a la tasa nacional de inflación del 2%.

De la misma manera, sería bueno para los estadounidenses mostrar un poco más de coherencia con su reciente llegada al grupo de exportadores de petróleo[27] y participar en las reuniones internacionales para armonizar las políticas al respecto.

En cuanto a Irán, para dar credibilidad a su supuesta intervención en el levantamiento de las sanciones internacionales, EE.UU. necesita ser el primero en implementar el levantamiento. De otro modo, se formularán ciertas preguntas incómodas: ¿Quién estaba liderando verdaderamente esta operación del levantamiento de las sanciones? ¿Qué influencia tiene EE.UU. a nivel internacional o en su propia nación?

Obama ha contribuido enormemente a hacer que su país tome consciencia de sus responsabilidades internacionales y de lo que realmente significa ser una potencia mundial en un mundo en el que ya no están solos, pero existe el riesgo de que se produzca una gran respuesta negativa: retirada y provincialización definitiva de EE.UU., retirándose del juego internacional y levantando un telón de acero a su alrededor, tras un fracaso estrepitoso que retumbaría en todo el mundo.

Hoy en día, su establishment, como muchos otros por todo el mundo, está profundamente dividido entre los caminos que el país debe tomar. Como discutiremos más adelante en esta publicación del GEAB, esta división se hace visible por el caos total de las primarias presidenciales. Aquellos capaces de predecir cómo acabará EE.UU. a finales de este año pueden considerarse como muy inteligentes, sabiendo que la opción Clinton está lejos de ser tan buena como se podría creer.

Frente a esta gran incertidumbre, el mundo se prepara, todos se preparan… y este año promete abundar en todo tipo de acontecimientos…

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[1]    Fuente: Wikipedia
[2]    Fuente: Reuters, 15/04/2016
[3]    Nuestro equipo ha seguido los dos intentos de destitución. El de Sudáfrica afecta a un personaje con un perfil mucho más turbio que el de Brasil. Hemos especulado que, irónicamente, es el personaje más turbio el que escapará a la destitución, mientras que el otro no podrá. En este número del GEAB, de manera similar, no podemos afirmar tener razón al 100%, pero ya hemos acertado en un 50%…
[4]    Fuente: Al Monitor, 02/06/2013
[5]    Fuente: CSMonitor, 06/05/2013
[6]    Fuente: KyivPost, 22/02/2014
[7]    Fuente: The Guardian, 14/02/2014
[8]    El referéndum neerlandés sobre el Acuerdo de Asociación Económica UE-Ucrania constituye un buen ejemplo de este tipo de desilusión: los ciudadanos se movilizan, logran un referéndum, hacen campaña, emplean gran energía y tiempo, obtienen el mínimo de participación requerida (30%)…todo ello para nada, pues el sistema democrático europeo es actualmente incapaz de hacer cualquier cosa que requiera tal esfuerzo. La decisión concierne a Europa pero el procedimiento es nacional. Más de la mitad de un tercio de neerlandeses dicen “no”, ¿y ahora? Las instituciones totalmente ilegítimas que firman este tipo de acuerdos, tienen el poder de anular de un plumazo estas iniciativas democráticas. Decididamente, estamos demasiado alejados de la realidad, como para ejercer nuestros intereses colectivos.
[9]    Cristina Fernández, que ha dimitido por respeto a la Constitución, está acusada de corrupción, mientras que es su opositor, Macri, actualmente en el poder, quien figura en los Papeles de Panamá. Fuente: StraitTimes, 08/04/2016
[10]  Fuente: Washington Times, 10/02/2016
[11]  Michel Temer, probable sucesor de Rousseff en caso de destitución. Fuente: Bloomberg, 29/03/2016
[12]  Fuente: Reuters, 16/12/2015
[13]  Fuente: BBC, 28/02/2016
[14]  Fuente: Step, 21/01/2016
[15]  Fuente: Irish Times, 07/04/2016
[16]  Fuente: Financial Times, 12/04/2016
[17]  Fuente: EUObserver, 12/04/2016
[18]  Fuente: EUObserver, 12/04/2016
[19]  La destacable reacción de los medios de comunicación belgas ante los ataques terroristas, cuestionando su sistema en lugar de criticar al Islam (al contrario que los medios de comunicación franceses, por ejemplo), alimenta nuestro sentimiento de que Europa (de la cual Bruselas es también capital) contribuye a amortiguar la reacción ante tales acontecimientos. Fuente: Le Vif/L’Express, 08/04/2016
[20]  Fuente: Visa-free.eu
[21]  No estamos hablando de los dos otros súper poderes regionales, actualmente fuera de juego, Irán y Turquía. Pero tras la conocida dominación de Arabia Saudita sobre el mundo árabe, observamos el perfil (a nivel regional) del Oriente Próximo multipolar que emerge alrededor de estos poderes, cuya evolución debemos analizar cuidadosamente.
[22]  Fuente: “South Africa’s Symbolic Hegemony in Africa”, Chris Alden y Maxi Schoeman, 2014, Palgrave Macmillan
[23]  Fuente: GulfTimes, 14/04/2016
[24]  Fuente: Financial Times, 14/04/2016
[25]  Fuente: CNBC, 12/04/2016
[26] Fuente : Bloomberg, 29/03/2016
[27] Fuente : Wall Street Journal, 13/01/2016

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