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GEAB 120

El boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) - 15 Dic 2017

Israel – Palestina: es hora de soñar… para evitar la pesadilla

No podemos evitar volver este mes a la cuestión de Oriente Próximo, cuando lo que está pasando actualmente se parece a lo que anticipamos hace ya varios años y anunciamos para 2017 en nuestro listado de tendencias “al alza y a la baja” del pasado enero: emergencia de Arabia Saudita como nuevo agente fuerte de la región, independización de Turquía, traspaso del papel de enemigo regional de Israel al Dáesh, cambio de coyuntura con la vuelta de Rusia a la escena en Oriente Próximo, transformación de la influencia estadounidense… Como ya vimos en detalle en el último número del GEAB, el Oriente Próximo de finales del año 2017 es muy diferente al de finales del año 2016.

Del siglo XX aún nos queda la candente cuestión palestina que el mundo prefirió olvidar hace ya quince años, después de hacer de él el foco de la actualidad durante los años 1980-90.  Y, en el horizonte de esta cuestión palestina, el cara a cara entre Israel e Irán, la espada de Damocles que, ahora más que nunca, se suspende sobre el destino de la región. Dos cuestiones cuya resolución a corto plazo cabe esperar, gracias a la transformación de la configuración regional.

. Esta decisión está cambiando muchos parámetros, entre los cuales nos quedamos especialmente con el efecto de responsabilización de los actores regionales. Con este golpe de efecto, de alguna manera, EE. UU. se retira del juego, obligando a los protagonistas a asumir sus responsabilidades…

¿Que los israelíes también quieren que Jerusalén sea la capital? Vale, después de todo, un Estado soberano tiene derecho a elegir su capital… y asumir las consecuencias.

¿Que los palestinos también quieren que Jerusalén sea la capital? Vale, pero ¿cómo piensan hacerlo?

¿Cómo están reaccionando los protagonistas ahora que se enfrentan cara a cara?

. Israel, por supuesto, insiste en tratar de hacer que la UE siga los pasos de EE. UU.[2], pero Netanyahu también está obligado a hacer muestras de buena voluntad, por ejemplo, reafirmando que Israel avalará la apertura de Jerusalén a su vocación pluriconfesional[3] y cediendo ante el Líbano en la disputa marítima que impedía al país explotar los yacimientos de gas situados a lo largo de su costa[4].

– Con respecto a la comunidad musulmana, la indignación está a la orden del día y es necesario dialogar, de ahí la cumbre de la Organización de la cooperación islámica (con sede en Yeda, Arabia Saudita) a instancia de Erdogan[5] y sus aspavientos, ciertamente inquietantes, pero bastante inútiles si se miran de cerca. Ninguno de los 56 países miembros ha sugerido si siquiera la idea de una suspensión de las relaciones diplomáticas con EE. UU.[6] Y no es algo que pueda ocurrir en el marco de una organización bajo tutela saudí… Basta con leer Al-Arabiya, el principal medio de comunicación internacional saudí, para comprender que Arabia Saudita no va a sacrificar a Oriente Próximo en el altar del pueblo palestino[7].

. Irán, en cambio, adopta un tono más virulento y pretende aprovechar la situación para unificar a la comunidad musulmana (la umma) y dispersar el Estado sionista (diferente de las comunidades judías, cuya presencia en la región es indiscutible)[8]. Un discurso con resabios del siglo XX en boca de un dirigente, Rouhaní, que lo hemos conocido más moderno e inspirado.

. La reacción palestina, en cambio, es más bien sorprendentemente comedida. Escuchamos a responsables de ONG palestinas expresar una especie de alivio al ver su causa de nuevo en el punto de mira y basado en un principio de realidad, no en la gran mentira de la “solución de los dos Estados”, en la cual estaban atrapados[9].

– En la calle, los israelíes, aún pacifistas, no pueden evitar ver en este anuncio una oportunidad de paz.

. En cuanto a los musulmanes, inevitablemente han expresado su cólera, pero el grueso de las manifestaciones tuvo lugar el 8 de diciembre. Estamos hablando de decenas de miles de manifestantes en todo el mundo musulmán, es decir, de Asia a Marruecos, y de unos centenares en Irán[10]. Naturalmente, bastará con poco para que estalle la violencia, pero la cumbre de Estambul genera una sensación entre la población de que la cuestión la tratan fuerzas que están de su lado.

¿Y la opinión pública internacional? Atorados en la resolución de sus crisis políticas y sociales, los ciudadanos del mundo se han dado por vencidos, los medios de comunicación ya no hablan de la cuestión tanto como merece su importancia y recientemente, Netanyahu ha puesto en su sitio a la comunidad judía pacifista estadounidense. La prensa internacional, incluso la árabe, está lejos de echar leña al fuego, como hemos visto.

No son los únicos que están infinitamente cansados de los términos de la ecuación del Oriente Próximo del siglo XX. La población de Oriente Próximo cree poder hacerlo mucho mejor que hasta ahora, en una configuración que está devolviendo la esperanza. Incluso AlJazeera está adoptando un tono moderado. Hay que decir que el asunto está muy bien preparado y que las crisis qatarí y libanesa, como ya hemos dicho, ejercen presión sobre los dos principales puntos de escalada potencial.

Y cuando el polvo se asiente…

Nuestro equipo anticipa que, cuando se asiente todo el polvo que ha levantado Trump, el panorama habrá cambiado mucho y revelará una lucha en igualdad de condiciones (Israel contra Arabia Saudita + Turquía + Egipto + Jordania), salvo que los palestinos acepten los términos de un acuerdo que aproveche el cansancio de todos y el anhelo de encontrar una buena razón para escapar de la trampa decenaria del conflicto israelí-palestino. Es entonces cuando Trump desvelará su plan para la paz[11], cuyo contenido se mantiene en secreto, sin duda por respetar el tiempo de decantación de su anuncio. Un plan de paz en el que han trabajado varios países, en particular Arabia Saudita e Israel, pero que debe ser irresistible para llegar a funcionar.

Como ejercicio de imaginación, nuestro equipo ha estudiado a fondo nuevos indicios sobre los que podría erigirse un innovador proceso de paz. Un ejercicio intelectualmente muy instructivo, pues obliga a tratar de comprender bien todo el enredo de ataduras e intereses.

Soñar…

Con el reconocimiento de Jerusalén como capital israelí por EE. UU., hemos deducido cuál sería la primera petición de Israel, aquello en lo que jamás ha estado dispuesto a ceder. Pero, por otra parte, que Israel obtuviera este reconocimiento suponía a su vez ceder algo que también debe coincidir con una primera petición de los palestinos, en este caso, un Estado soberano, legítimo, libre, respetado, dotado, reconocido, coherente, etc. (cuya virtualidad, por otra parte, ya reconoce la escena internacional).

Analizamos las posibilidades reales de que Cisjordania o incluso una parte de Cisjordania fuera este Estado. Pero hemos querido estudiar el problema desde todas las perspectivas. La edificación del territorio, con total impunidad, por parte de Israel en las últimas décadas es otro principio de realidad sobre que ya no volveremos. No habrá descolonización de Cisjordania, principalmente porque Israel no cederá su acceso a las aguas del río Jordán.

Gráfico 1 – La repartición de Cisjordania en tres áreas según el acuerdo de Taba u “Oslo II” (1995. Fuente: Les Clés du Moyen-Orient

En cuanto a los delirios de desplazamiento de fronteras antes que de personas, solo han conducido a esta solución mortífera de los sectores A, B y C[12], verdaderas prisiones urbanas para unos palestinos rodeados de territorio bajo control israelí. Este tipo de soluciones no tienen ninguna posibilidad de establecer una paz duradera.

Por no mencionar que si 3 millones de palestinos viven en Cisjordania, el problema más grave es la prisión a cielo abierto de Gaza y sus 2 millones de habitantes. La ONU estima que, al ritmo en que está sucediendo todo, en 2020 la situación no será soportable en estos 360 km2 de desesperación[13].

Recorriendo con la mirada el camino entre Cisjordania y Gaza, el mapa permite entrever otra solución: el Néguev, ese triángulo desierto acoplado entre el mar Mediterráneo, Sinaí, el mar Rojo y Jordania.

Gráfico 2 – Mapa de Israel. Fuente: Ezilon.com

 

El Néguev constituye el 60 % de la superficie del Estado de Israel (13.000 km2), pero no alberga más que al 8 % de su población (unas 650.000 personas), de la cual un 25 % de los habitantes son beduinos y 200.000 viven Beerseba, una ciudad situada al norte de la región (que será fácil excluir de la retrocesión).

Imaginemos que Israel “concede” una parte significativa de esta tierra a los Palestinos – incluido su acceso por el mar Rojo, dejando intactas todas las instalaciones para la refloración del desierto y la desalinización de las aguas del mar Rojo, construidas para hacer que el desierto sea viable[14] ; que Egipto, de alguna manera, añade otra porción de Sinaí como muestra de buena voluntad[15]; que Arabia Saudita, experta en dar vida a los desiertos, finanza infraestructuras para el acondicionamiento de la región; que la región recibe un cuantioso capital árabe-musulmán; que se promueve un gran flujo de inversiones árabes (y por qué no, israelíes) para transformar Gaza en una zona turística y así sacar provecho del bonito resort y de Eilat, situada sobre el mar Rojo. Imaginemos que los 2 millones de refugiados palestinos provenientes de Jordania, Cisjordania y el Líbano encuentran en esta región un refugio donde curarse las heridas físicas y morales, que las potencias regionales deciden proteger este Estado en un marco de derecho internacional bien planteado… ¿No sería una propuesta lo suficientemente irresistible como para acabar con las últimas reticencias a abandonar el sueño de una capital en Jerusalén o a aceptar que Cisjordania volviera a formar parte más oficialmente de la geografía del Estado de Israel?

Ciertamente, este último punto será él más difícil de creer, pero 13.000 km2 (o incluso 10.000 km2 solamente) frente a 5.600 km2 de Cisjordania, dan qué pensar. Especialmente si a la población palestina que decide quedarse en Cisjordania se le garantiza el reconocimiento de su estatus como ciudadanos de pleno derecho y su integración económica y social (a cambio de lo mismo para los judíos, que permanecerán en el Néguev).

En esta situación, todos ganan. Pero ya es hora de poner de relieve las realidades que se han ido forjando a lo largo de décadas de inacción por parte de la comunidad musulmana e internacional, ante las actuaciones ilegales de Israel en muchos frentes. Soñar con volver a la situación de antes de 1948 es una locura que está matando a Oriente Próximo. La historia ya ha pasado por ahí, dejando una marca imborrable. Es la realidad de la que hay que partir para construir un futuro para Oriente Próximo, todo Oriente Próximo. Después de todo, todo el mundo es responsable: los petro-millonarios árabes del Golfo nunca han contribuido a la causa palestina; las instituciones internacionales jamás han conseguido obligar a Israel a respetar sus compromisos; los palestinos nunca han logrado unirse a su causa.

Poner de relieve estas nuevas realidades es el único modo de acabar con el estatus de impunidad de Israel…

Y si todo el mundo aporta su granito de arena y se deja invadir por el entusiasmo de una reapertura al futuro, también es posible acabar con los arcaísmos de la revolución iraní, que destruyen el derecho legítimo del grandísimo país que es Irán a entrar en el grupo de las grandes potencias de la región y del mundo.

Por último, tampoco estamos lejos de la solución de los dos Estados, que goza de un gran apoyo en la comunidad internacional y, especialmente, en Europa. Naturalmente, exige garantías muy sólidas por parte de Israel y que la comunidad de agentes de este proceso de paz en Oriente Próximo no permita que Israel maneje a su antojo la situación y el destino de los palestinos. Hasta la más suave brisa que corriera en contra de la ejecución de este proceso podría tener consecuencias fatales en la región.

¿Y si fuera verdad?

¡Nuestro plan para la paz nos encanta! ¿Y si fuera el mismo que Trump está ocultando? ¿No deberíamos tener ciertos indicios? Como ese proyecto saudí de una ciudad gigante llamada NEOM…[16] O el despido masivo de judíos israelíes por una gran empresa farmacéutica de la región[17]… O la legalización de construcciones árabes a la inversa de las prácticas actuales de Israel en Cisjordania[18]

Y nos podemos parar de soñar.

Leer mas: GEAB 129 

_______________________

[1] Fuente: CNN, 06/12/2017

[2] Llama la atención la reacción conformista de la UE (“Europe tells Netanyahu it rejects Trump’s Jerusalem move”, The Guardian, 11/12/2017), inevitablemente sujeta a los ataques a la unidad diplomática que pretende lograr (“Two EU states break ranks on Jerusalem”, EUObserver, 12/12/2017) para probablemente terminar aceptando la idea en un tiempo, como anticipa Netanyahu, (CNN, 12/12/2017) y como las declaraciones de Mogherini empiezan a sugerir (The Independent, 12/12/2017).

[3] “No solo es la capital de Israel. En Jerusalén, defendemos la libertad de culto para todas las fes y somos nosotros quienes estamos haciendo esta promesa en Oriente Próximo, aunque nadie más la haga”, recogido por… Aljazeera, 14/12/2017

[4] Si el Líbano ha podido cerrar el acuerdo de explotación, no hay duda de que Israel está ahí por alguna razón. Fuente: Reuters, 14/12/2017

[5] Fuente: AlJazeera, 14/12/2017

[6] “The Arab regimes issue statements and declarations for public consumption only”. Fuente: AlJazeera, 13/12/2017

[7] Véase este artículo por la causa palestina: “On the radical road to Palestine”. Fuente: AlArabiya, 14/12/2017

[8]  AA, 06/12/2017

[9]  Por ejemplo, el pensamiento de Electronic Intifada al respecto, que vale verdaderamente la pena por el sentido común del que hace gala: “Con la cuestión de Israel y Palestina olvidada en el cajón de la diplomacia durante todos estos los últimos años, la decisión de Trump cae como una “bendición” para el pueblo de Jerusalén, explicaba Daoud Kuttab, periodista y columnista palestino” o “Ciertamente, [el movimiento de EE. UU.] ha unido a los ciudadanos árabes y musulmanes de a pie para exigir a su Gobierno que tome acciones mucho más determinantes para ayudar a la causa palestina y distanciarse de EE. UU.”, o también “Guerra árabe-israelí de 1948, cuando se expulsó a más de 750.000 palestinos de la histórica Palestina. Después, Israel ocupó y anexó la parte este de la ciudad, tras su victoria militar en la guerra de 1967, pero la comunidad internacional nunca ha reconocido su control sobre Jerusalén Este”. Fuente: AlJazeera, 13/12/2017

[10] Fuente: Le Figaro, 11/12/2017

[11] Fuente: The Independent, 04/12/2017

[12] Oslo II. Fuente: Wikipedia

[13] Fuente: AlJazeera, 12/07/2017

[14] Fuente: Wikipedia

[15] Fuente: AlJazeera, 24/07/2017

[16] Fuente: GlobalResearch, 26/10/2017

[17] Fuente: Forward, 13/12/2017

[18] Fuente: Haaretz, 30/11/2017

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