Home Blog «Gracias» a China, la UE adoptará el modelo pro-comercio proteccionista (lo que el GEAB anunció en marzo 2018)

«Gracias» a China, la UE adoptará el modelo pro-comercio proteccionista (lo que el GEAB anunció en marzo 2018)

Como todos sabemos, D. Trump ha activado una gran reinvención de las relaciones comerciales, imponiendo restricciones arancelarias sobre el acero y el aluminio, con el argumento de proteger esta industria y el empleo asociado a esta y del carácter estratégico de este sector intrínsecamente vinculado al ejército. Economía, empleo, seguridad nacional… claramente es una cuestión de soberanía nacional. Y la lógica y las instituciones supranacionales se ven dañadas de nuevo (la OMC y la UE especialmente).

Restricciones arancelarias: la UE en el punto de mira de Trump

Se está empleando la competencia china como distracción para dorar la píldora cuando, en realidad, el país no se está viendo tan afectado. Aunque produzca prácticamente la mitad del acero mundial, China se encuentra en la undécima posición entre los países más afectados por la medida arancelaria. Y lo que es más sorprendente, la mayoría de los países más afectados pertenecen al bando aliado: Canadá recibe un 16 % de las importaciones estadounidenses de acero, seguido de Brasil, que recibe un 13 % y Corea del Sur (10 %) y Méjico (9 %).

Gráfico 1 – Fuente: IHS

Europa no aparece en este gráfico porque la UE aún no existe en el imaginario de los medios de comunicación – en particular, los estadounidenses (¿supone esto un peligro?). En realidad, la UE es el principal exportador de acero a EE. UU., con 5 millones de toneladas de las 35 millones importadas por EE. UU.

Como ya hemos mencionado al principio de este mismo número, la reacción de la UE se contradice totalmente con sus principios fundamentales: “transatlantismo y libre comercio”. He aquí un verdadero éxito en la labor de “cambio de papeles” a la que se ha dedicado Trump desde que obtuvo la presidencia de EE. UU.

Teniendo en cuenta que la medida de Trump puede tener como objetivo particular a la UE y que ha logrado hacer que la interesada olvide inmediatamente sus principios, empezamos a pensar que es posible que el modelo comercial contra el que Trump tanto arremete sea más europeo de lo que los europeos creen.

Relaciones comerciales: apogeo y decadencia del modelo europeo

Y el hecho es que la UE constituyó una especie de locomotora de la globalización en los años 90/2000 y, basada en un exitoso modelo interior de libre comercio, ha tratado legítimamente de exportar su modelo de integración regional a diferentes regiones del mundo. Después – y es aquí probablemente donde empezó a fracasar – comenzó a imaginarse como portavoz y centro de la liberalización del comercio mundial y así fue como llegó demasiado lejos.

La integración regional de la UE ya comenzaba a experimentar dificultades con la integración de países económica y políticamente muy diferentes, como los países de Europa del Este. ¿Y qué decir sobre el objetivo de aplicar estos principios al mundo entero? En los años 90, la UE se embarcó en una lista innumerable de acuerdos de libre comercio, la mayoría negociados según la ley del más fuerte. Pero la UE alcanzó tal éxito que sus socios pensaban que estos acuerdos eran económicamente indispensables, incluso si contemplaban ciertos aspectos bastante difíciles de tragar (recordemos los acuerdos comerciales entre Marruecos que obligaban al país a levantar sus aranceles para los productos europeos y a la vez, aceptar las restricciones europeas sobre sus propios productos agrícolas[1]).

Más tarde, la UE fue ha tratado de ir a por pedazos grandes como la India, con la que está tratando de firmar un acuerdo de libre comercio desde hace nada menos que… ¡11 años[2]! La inmensa diferencia de riqueza a favor de Europa y de tamaño, a favor de la India, ha dado lugar a reticencias por ambas partes, lo que demuestra que el “libre comercio está muy bien cuando se es el más fuerte”, al contrario de lo que predican los europeos: “mi libre comercio es bueno para todo el mundo”.

Gráfico 2 – Acuerdos comerciales de la UE en el mundo. Fuente: Comisión Europea.

El despliegue de zonas de libre comercio por todo el mundo se detuvo con el intento de acercamiento entre EE. UU. y Europa, mediante el famoso TTIP[3]. Los europeos, que no se habían parado a pensar demasiado, empezaron a comprender que si “el libre comercio está muy bien cuando se es el más fuerte”, con EE. UU. sería difícil imaginarse en la posición del más fuerte. Es entonces cuando la sociedad civil comenzó a mirar más de cerca lo que encerraban estos acuerdos, para tropezar con asuntos tan escandalosos como el de la cláusula ISDS impuesta por EE. UU. (y presente en la mayoría de sus propios acuerdos comerciales, con Australia, Japón, etc.), consistente en un mecanismo extrajudicial de arbitraje de las diferencias entre inversores y Estados.

Y para colmo, todo el mecanismo de los acuerdos de libre comercio se atascó… a ambos lados del Atlántico. Los imperios comerciales de EE. UU. y la UE se despedazaron mutuamente, imponiendo una reforma total que Trump acaba de iniciar.

En este sentido, el artículo de este mismo número sobre el mundo en el que el Reino Unido está trabajando empieza a arrojar cierta luz sobre las tendencias de futuro hacia un modelo que está comenzando a tomar forma: el nacionalismo procomercio[4], un modelo que afirma que todo Estado necesita estar conectado con el resto del mundo en términos comerciales, pero que también tiene derecho a adaptar su apertura a la protección de sus intereses nacionales.

No nos engañemos, el nacionalismo procomercio también está al servicio de los intereses de los más fuertes, pero tiene en cuenta la nueva configuración multipolar del mundo, en la cual hay más agentes fuertes.

El pretexto chino para repensar el modelo europeo

Va a resultar interesante observar en el próximo número las ventajas y peligros inherentes a este modelo emergente de comercio mundial multipolar. Por ahora, nuestro propósito es mostrar que la misma UE está a punto de inclinarse hacia el bando hasta ahora denominado “proteccionista”.

Estas represalias contra EE. UU. (restricciones arancelarias para Harley Davidson, Levis, whisky burbon) constituyen la primera desviación de su regla liberal. Pero justo detrás de EE. UU. está China, que constituye el problema número uno de la UE, el punto débil del comercio mundial, inmersa en sus normas de libre comercio y, como consecuencia, incapaz de organizarse ante la afluencia de dinero chino.

Nuestros lectores conocen que nuestro equipo está a favor de la concienciación de la UE ante las nuevas realidades geopolíticas que no deben negarse o rechazarse, sino aceptarse y comprenderse para poder llevar a cabo una reorganización.

El ataque de Trump contra nuestras exportaciones de acero hacia EE. UU. proporciona una base perfecta para la reflexión sobre los nuevos predicados de nuestras relaciones comerciales. Anticipamos que la cuestión consensual de China permitirá abordar fácilmente la cuestión de un modelo europeo proteccionista procomercio, que se erigirá en el marco de las negociaciones para un indispensable acuerdo comercial, o incluso asociación, entre la UE y China, y que proporcionará la base para otros acuerdos de fuerte a fuerte, empezando por acuerdos entre la UE y EE. UU., Rusia, etc.

Leer el GEAB 123

________________________

[1] Acuerdos de libre comercio: acuerdos coloniales contra el pueblo / análisis de los acuerdos de libre comercio entre la UE y Marruecos. Fuente: Rosa Luxembourg Stiftung, April 2015

[2] Fuente: The Hindu, 06/10/2017

[3] Desde agosto de 2016 y las exigencias francesas de poner fin a las negociaciones, resulta difícil encontrar el más mínimo artículo sobre el TTIP. Fuente: The Guardian, 30/08/2016

[4] Fuente: EUObserver, 19/02/2018

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