GEAB 133

(En referencia a la intención de los actores de la campaña europea)

¡Este número trata en gran medida de epílogos[1]! En lo que se refiere a la UE, nacida el 7 de febrero de 1992 en Maastricht, las próximas elecciones pondrán fin al concepto que ha encarnado durante 27 años. ¡Pero esa no es la anticipación! Repetimos que la crisis del euro, la crisis de la migración y el brexit, por nombrar solo los problemas más evidentes, son causa de la construcción tecnocrática, desesperanzadoramente desconectada de los ciudadanos, del mundo y del futuro, que ha machacado al continente durante al menos una década. Prueba de ello es la señal enviada por los británicos hace 2 años, independientemente de si se materializa o no.

Dime quién eres y te diré cómo serán tus elecciones

De una manera u otra, las elecciones europeas de 2019 “revelarán” un balance de daños que constituirá el punto de partida del próximo capítulo de la aventura multisecular europea:

Desunión de los pueblos europeos 

Este es el aspecto más grave del balance de la Europa maastrichtiana. Tenía por misión acercar e integrar a los pueblos, y ha ocurrido justo lo contrario. El famoso programa ERASMUS, concebido en los años 80 con el fin de crear las condiciones para el nacimiento de una ciudadanía europea (que complementara, no que sustituyera a las ciudadanías nacionales), se ha convertido en una agencia de turismo internacional que permite a los estudiantes anglófonos pasar un año en Filipinas o en Australia. En cuanto a las primeras generaciones de ERASMUS, que de hecho son más europeas, pues en sus inicios el programa desplazaba estudiantes europeos por Europa, en su edad adulta no han contado con ningún espacio para poder plantear un proyecto político común. Así pues, en la agresiva crisis, sin embargo común, que golpeó a los europeos en 2009, los europeos solo se podían dirigir a sus dirigentes nacionales. A dirigentes nacionales, soluciones nacionales… la crisis común europea ha llevado a los ciudadanos a encerrarse en visiones nacionales en las que el resto de naciones representan un impedimento para aplicar su propia solución. Los pueblos europeos ya no se aprecian. Están tan divididos que ya no se entienden ni siquiera a nivel interno (catalanes, bretones, bávaros, italianos del Sur contra italianos del Norte, minorías húngaras en Rumanía, escoceses, gitanos, musulmanes, mujeres vs. hombres…).

Esta profunda división de la sociedad europea quedará manifestada por el hecho de que la campaña electoral hablará mucho de Europa, algo nuevo y positivo, pero siempre a nivel nacional, lo que a nivel europeo se traduce en una competición de soluciones nacionales en la que las extremas derechas propondrán paradójicamente las soluciones más “comunes”: cierre de las fronteras europeas, control de la población, etc. Las propuestas realmente transeuropeas como las de DIEM25 quedarán silenciadas por un sistema mediático orientado al nivel nacional. En lo que se refiere a las soluciones nacional-transeuropeas propugnadas por Emmanuel Macron, el resto de Estados las percibirán, ante todo, como francesas. Dicho esto, repetimos que estas elecciones serán las más europeas y democráticas de la historia de la UE: por primera vez estarán centradas en Europa, y aparecerán los primeros proyectos de movimientos transeuropeos.