En el frente económico, por el contrario, las noticias son bastante buenas. La economía debería continuar su reactivación en 2018, en parte gracias a las diferentes formas más leves de proteccionismo – un proteccionismo que se erige sobre la base de grandes instituciones nacionales y supranacionales y que, por el momento, permanece abierto. En este sentido, es más una recentralización que un repliegue.
Esta recentralización da prioridad a los mercados de consumo y producción interiores (chinos, estadounidenses, europeos…) y está volviendo a dinamizar los tejidos de producción, especialmente en los países que ya solo disponían de las finanzas para aumentar su PIB, empezando por EE. UU. e Inglaterra.
Pero esta reindustrialización se basa en una precarización de la población (salarios bajos, empleo precario, reducción de programas sociales, inflación)[1]. Como consecuencia, la recuperación económica no será sinónimo de regreso a la prosperidad. Los sistemas fiscales aún no están preparados. En 2018, Europa y EE. UU. se van a ver atrapados en un intervalo esquizofrénico entre buenas noticias en el frente económico y malas noticias en el frente social. (fragmento del GEAB 121 / enero 2018)
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[1] Empezando por el campeón europeo: Alemania, como hemos subrayado en otros boletines (GEAB 120, 15/12/2017). El 17 % de los europeos viven bajo el umbral de la pobreza de su país (al 60 % de los ingresos medios). Esta proporción varía del 12 % de la población en los Países Bajos al 25 % en Rumanía. Fuente: Observatoire de la précarité, 10/11/2017
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