El mundo tiene sus ojos puestos en los desvaríos británicos, en la acelerada recomposición del bando de los anglosajones, en la fragilidad de la Administración Biden, en los riesgos de impago de la deuda americana, en las amenazas de golpe de Estado en EE. UU., en la explosión de la extrema derecha francesa en las encuestas y en otros sudores fríos provocados por los aullidos de muerte de un siglo XX que intenta restaurar su futuro recreando las condiciones de sus antiguas glorias.
Pero una observación atenta y equilibrada del mundo nos permite vislumbrar algo mucho más innovador y pacífico, y que parece provenir en parte de una Europa muy discreta que se beneficia de la poca atención que recibe para avanzar en su tercera vía, la que permite salir de la dialéctica de la guerra fría (bipolar) o del imperio (unipolar). Una UE con una visión real, una Francia que recupera su lugar en el concierto europeo, una defensa europea que por fin parece salir del limbo, una Europa del Este en plena inversión de tendencia, una política exterior que va camino de convertirse en verdaderamente común… Definitivamente los europeos no están de brazos cruzados y habrá que empezar a prestar un poco más de atención a sus dinámicas para entender de qué estará hecho el mundo del mañana. Dicho esto, en 2022 tendrá lugar una batalla final de la que surgirá una Nueva Europa, cuya naturaleza permitirá determinar si el mundo se dividirá o se diferenciará.
Este análisis se basa en las investigaciones relacionadas con la elaboración de la Agenda Política Global de este mes, así como en las reflexiones sobre las perspectivas de la alianza AUKUS, y las del sistema de reparto nuclear de la OTAN, otros tres artículos de este número. Sin olvidar, por supuesto, nuestras habituales recomendaciones para seguir vadeando el torrente de la actual transición sistémica mundial.
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