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Fuerzas motrices qué socavó el status quo ante (o después de Trump, ¿qué?)

Si atendemos primero al número de fuerzas motrices, hay muchas, y aunque algunas son muy conocidas y claras, otras son más desconocidas y menos comprensibles:

Sociedad: una creciente desigualdad real y percibida

Parece que, en la mayoría de países, la brecha entre los extremadamente ricos y pobres se ha ido dilatando en las últimas décadas[3] y el conocimiento sugiere que esto no es casualidad, sino una consecuencia lógica de un sistema capitalista que no se ve obligado a afrontar perturbaciones graves (p. ej., una guerra)[4]. Aquellos que ya disponen de capital lo acumulan más rápido y se adelantan gradualmente. Curiosamente, en Europa, el éxito de la UE en la paz y la estabilidad puede haber reforzado accidentalmente la desigualdad.

Esto no sería un problema en sí si los más pobres pudieran (con sus propios medios, ya sea trabajando o estudiando) subir por sí mismos la cucaña. Pero el “sueño americano” ha perdido mucho lustro[5], así como la movilidad socioeconómica en todo el mundo desarrollado. Al contrario que en los años 60, cuando surgió una gran clase media nueva (lo que generó un sentimiento de progreso social), la idea de que si se nace en una familia pobre siempre se es pobre está cada vez más extendida[6].

Gráfico 1 – Índice Gini (desigualdad) en EE. UU., 1979-2016. Fuente: World Bank.

 

Globalización: más que economía

Mientras gran parte de la discusión sobre la globalización se centra en el comercio y la inversión transfronterizos, en realidad estos fenómenos no son totalmente nuevos, aunque se ocultaran en las fronteras entre países colonizados y metrópolis. La novedad en la globalización en los últimos 50 años ha sido la difusión instantánea de información en todo el mundo.

Si se combina esto con la gran desigualdad entre los países más pobres y los más ricos, de repente los pobres puedan ver cómo la vida es mejor en cualquier otra parte con tan solo encender la televisión o consultar el teléfono móvil.  Los pocos que disponen de fondos suficientes para pagar un billete se arriesgan a mudarse a un país rico, lo que fomenta la percepción de la migración masiva[7].

Los flujos financieros también se han visto muy liberados de sus limitaciones geográficas, con el capital volátil fluyendo a través de las fronteras, lo que ayuda a ultrarricos y grandes corporaciones a evadir impuestos como pequeño efecto colateral. También supone que cuando un instrumento financiero en un país genera una crisis o provoca la quiebra de un banco como Lehmann Brothers, el problema se torna automáticamente global[8].

Política: partidos e instituciones que mueren de pie

Los partidos políticos solían ser los vehículos que canalizaban el descontento político a través de las ideologías hacia la creación de una visión particular de la sociedad. En el mejor de los casos, tenían miembros anclados en sus sociedades locales, como sindicatos, asociaciones religiosas, empresas y la sociedad civil.  El fin de la Unión Soviética destruyó eficazmente la base ideológica de la mayoría de los partidos existentes en Europa Occidental (estar a favor o en contra del socialismo ya no tenía tanto atractivo, pues la versión seria, la total expropiación de la propiedad privada, había demostrado ser un fracaso) y los partidos que quedan parecen simplemente ofrecer variantes de lo mismo, una especie de intervención estatal en el mercado, pero no visiones alternativas reales.

Además, otras instituciones han perdido su importancia en la sociedad. Los sindicatos y las Iglesias tradicionales tienden al declive, pues no tienen capacidad para adaptarse lo suficientemente rápido a los apresurados cambios de la sociedad que los rodea. Los partidos políticos tienden por tanto a desvincularse de la sociedad y la opinión pública los percibe cada vez más como clubes de individuos cuyo único objetivo es llegar al poder para utilizarlo en beneficio propio. En ciertos casos, también ha reforzado una tendencia de “políticos de puerta giratoria” que entran y salen de la política. Por el lado positivo, traen habilidades del exterior pero, por el lado negativo, existe el riesgo de que representen a grupos de presión empresariales o de que tengan una visión muy a corto plazo de lo que es necesario alcanzar[9].

Tecnología: sueño y distopía

El sustituto de la visión política que ha emergido es la tecnología. Los visionarios más importantes de hoy suelen ser clones de Steve Jobs y cineastas que muestran cómo las flamantes tecnologías nos ofrecen la capacidad de hacer cosas que antes no era posible hacer. Aquellos que las promueven ofrecen posibilidades increíbles: acceder a conocimientos desde cualquier lugar, vencer enfermedades, incluso vivir mil años[10]

Estas perspectivas, sin embargo, también dejan indiferentes a muchas personas. La misma tecnología que nos dice cómo llegar a nuestro destino también les cuenta a otras personas todo sobre nuestros hábitos y podría utilizarse fácilmente para crear un sistema chino de calificación del crédito social que prohíba a aquellos con ideas antisociales comprar billetes de tren (y este es uno de los resultados menos perjudiciales posibles). Las mismas redes sociales que usamos para comunicarnos entre amigos son utilizadas por extremistas (¡y bots rusos!) para encontrar compañeros de viaje y diseminar veneno o desinformación. Y la misma planta de alto rendimiento resistente a las plagas que nos alimenta puede estar causando la muerte masiva de los insectos que necesitamos para la polinización.  No es de extrañar que muchos votantes encuentren, en el mejor de los casos, poco atractiva la idea de la tecnología como solución, o la perciban como una expresión de arrogancia ante nuestra creación del Antropoceno[11].

Economía: el capitalismo tradicional socavado

La teoría económica ricardiana actualmente prevalente[12] postula que el comercio beneficia a ambas partes (también a la débil), ya que les permite especializarse. Pero una de sus principales presunciones fue que las finanzas son inmóviles.  Como se ha mencionado, con frecuencia este ya no es el caso. A pesar de esto, el comercio transfronterizo ha creado cadenas de suministro globales que han extendido la riqueza a muchos países que antes eran pobres. Esto puede entenderse como un triunfo de la teoría ricardiana, con la distribución de la riqueza a medida que ha despegado también la producción “justo a tiempo”. Sin embargo, poco a poco se está tomando consciencia de que este énfasis en la eficiencia económica socava la resiliencia. Ante una perturbación grave, un suceso extremo o un suceso tipo Cisne Negro[13], una cadena de suministro también puede sufrir un colapso. En una variante no demasiado grave de esto, un tsunami en Japón puede provocar que dejen de operar fábricas en EE. UU. y Alemania[14].  Pero dado que los sucesos extremos parecen ser cada vez más frecuentes, deben cuestionarse los límites de la priorización de la eficiencia a corto plazo frente a la resiliencia a largo plazo.

Aunque no se expresa en términos de resiliencia, sino de empleo, el anhelo del Presidente Trump por la autarquía nacional es evidente, y una excusa que puede utilizar para afirmar que la producción de acero en EE. UU. es una cuestión de seguridad nacional[15].

Geopolítica: el ascenso de China

Además de todo esto, en otra parte de nuestra teoría económica prevalente, Adam Smith afirmó que, para que esta “mano invisible” pueda funcionar, entre los diferentes comerciantes debe haber un consenso relativo en cuanto a valores. Este consenso podía haberse reivindicado cuando la mayor parte del comercio se daba entre países de “Occidente”. Después de todo, en la época de la Guerra Fría, el comercio con el bloque soviético era relativamente limitado y el resto del mundo tenía una importancia marginal. Pero con el ascenso de China y otros mercados emergentes, el consenso en torno a los valores no es tan obvio. Si los bienes que importamos son fabricados por trabajadores que cobran una miseria, no se cumplen las condiciones de Adam Smith sobre los valores comunes.

En cualquier caso, ya no se puede asumir que los valores occidentales triunfarán en un mundo globalizado que hace que los votantes occidentales sientan aprensión hacia la globalización.  No obstante, se podría decir que esto tiene un lado negativo y otro positivo, ya que la universalidad de los derechos humanos sería muy beneficiosa si se aplicara en numerosos países, pero la expansión de una forma desacertada de capitalismo desembocaría probablemente en una catástrofe ecológica.

Además, es evidente que China, Rusia y la India (y probablemente otras naciones más tarde) no van a aceptar el liderazgo estadounidense (u occidental) en el mundo. China ya no aplica la mentalidad de pasar desapercibida que defendía Deng Xiaoping. Los Juegos Olímpicos de Pequín constituyeron el momento en que China decidió que debía recuperar su posición tradicional como centro del mundo[16].  Y ciertamente, estos otros actores no perciben a EE. UU. como juez equitativo ni como generoso donante. Naturalmente, dado que este tipo de poderes globales tienden a percibir la interacción internacional como un juego de suma cero, ahora los estadounidenses también la perciben de esta manera, y el Presidente Trump es un simple reflejo de esta Weltanschauung[17] o cosmovisión.

Medioambiente: encontronazo con los límites planetarios

Nuestros modelos económicos también presentan deficiencias en cuanto a la manera de medir el “progreso”. Talar indiscriminadamente un bosque prístino y vender toda la madera para fabricar muebles y papel y construir casas cuenta como crecimiento económico y se traduce en un aumento del PIB. El hecho de que esto elimine (posiblemente de manera permanente) un recurso natural que ofrecía un sinfín de servicios ecológicos necesarios para la vida animal (incluida la humana) no se mide. Después de todo, la economía mide los flujos, no las existencias.

Pero cada año, el consumo irresponsable de los recursos que podemos extraer de forma sostenible de las existencias disponibles[18] nos conducirá probablemente a un punto crítico, ya sea en relación con el agua fresca, el aire limpio o los recursos alimenticios disponibles. En la actualidad, nos centramos fundamentalmente en el cambio climático. Pero en realidad este solo representa una subcategoría del cambio más general que debe efectuar la humanidad. No podemos seguir extrayendo recursos no renovables de la tierra para enterrarlos como residuos en la misma, liberarlos como toxinas en el aire o sumergirlos como microplásticos en el mar[19]. Llegará el punto en que sea necesario aplicar un cambio radical.

Figure 2 – Earth Overshoot Day by year since 1969. Fuente: Earth overshoot day o día del exceso terrestre

 

El Presidente Trump y el Presidente Bolsonaro (con su plan para explotar el Amazonas[20]) son la antítesis de estas preocupaciones. Pero su existencia (y la de otros) requieren la existencia de un polo opuesto. Alemania puede ser un ejemplo de esto: el ascenso del AfD (grupo nacionalista de la derecha) está impulsando a los Verdes a convertirse en el mayor partido de la oposición, con lo que reemplazarían a los Socialdemócratas[21].

Para leer mas: GEAB 129

_______________________________

[1]   Fuente: Francis Fukushima, “The End of History and the Last Man”, 1992, the Free Press.

[2]   Breve resumen del debate entre Spencer y Carlyle en Wikipedia

[3]   Sam Meredith, “Worldwide inequality has risen in nearly every region since 1980, study says”. Fuente: CNBC, 28/12/2017

[4]   Thomas Piketty, “Capital in the Twenty-First Century”, Harvard University Press, abril de 2014

[5]   Georges Abi-Heila, “The American Dream is Dead”. Fuente: The Medium, 04/05/2018

[6]   La OCDE publicó un nuevo informe PISA sobre la igualdad en la educación el martes 23 de octubre de 2018. Fuente: OECD, 23/10/2018

[7]  Eduardo Porter y Karl Russel plasman muy bien todo esto en “Migrants Are on the Rise Around the World, and Myths About Them Are Shaping Attitudes”. Fuente: The New York Times 20/06/2018

[8]  Oliver Bullough, “Crashed by Adam Tooze review – a masterful account of the financial crisis”. Fuente: The Guardian, 26/09/2018

[9]  “Political elites: Does perception meet reality?” Fuente: Euractiv, 09/10/2013

[10] Kira Pelkoff, “Anti-Aging Pioneer Aubrey de Grey: ‘People in Middle Age Now Have a Fair Chance’”. Fuente: Leapsmag, 30/01/2018

[11] El siguiente artículo ofrece una interesante visión sobre por qué llamar a esto el Antropoceno es en realidad un acto de arrogancia: Alton C. Thompson, “So This is The Anthropocene? Or, Rather, is Our Hubris Showing?” Fuente: Nature Bats Last, 20/01/2015

[12] Fuente: Wikipedia

[13] Nassim Nicholas Taleb, “The Black Swan”, abril de 2007, Random House.

[14] Steve Lohr, “Stress Tests for the Global Supply Chain”. Fuente: New York Times, 19/03/2011

[15] “US tariffs: Steel and Aluminium levies slapped on key allies”. Fuente: BBC, 31/05/2018

[16] “China’s coming-out party”. Fuente: The Economist, 16/11/2006

[17] Fuente: Wikipedia

[18] Jane Dalton, Planetary overshoot “Humans have used a year’s worth of Earth’s resources in just seven months”. Fuente: The Independent, 24/07/2018

[19] Josh Gabbatiss, “All UK mussels contain plastic and other contaminants, study finds”. Fuente: The Independent, 08/06/2018

[20] “Bolsonaro plans threaten Amazon, say experts”. Fuente: BBC, 31/10/2018

[21] Hedda Nier, “Los Verdes, camino de convertirse en el partido del pueblo” (título traducido). Fuente: Statista, 05/11/2018

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