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El boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) - 15 Oct 2017
El extracto publico

Más de tres años después de la catástrofe euro-rusa en torno a Ucrania, no hay esperanzas de salir de la crisis. Con el Donbáss aún en guerra y la anexión de Crimea a Rusia no reconocida por la comunidad internacional, las miradas se dirigen hacia el mar Báltico, donde las demostraciones de testosterona militar se despliegan a ambos lados de la nueva cortina de hierro[1]… No muy lejos de Gdansk, la antigua Danzig, cuyo corredor fue una de las causas demostradas del desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, otro corredor es objeto de todas las envidias y causa probable de un posible desencadenamiento de nada menos que una Tercera Guerra Mundial, el corredor o triángulo de Suwalki.

Gráfico 1 – El triángulo de Suwalki. Fuente: Strafor 2015

Kaliningrado y la integridad territorial

Desde 2004, con la integración de los países bálticos en la UE, un territorio ruso, Óblast de Kaliningrado, se ha visto aislado en medio de la UE. En el contexto de la actual tensión atlántico-rusa, Rusia podría estar tentada de crear un paso de acceso entre su aliado bielorruso y su enclave estratégico de Kaliningrado en el mar Báltico. Este paso, de sesenta kilómetros de longitud, pasaría a lo largo de la frontera lituano-polaca por una región que es objeto, desde hace casi 100 años, de agitadas diferencias entre Lituania y Polonia.

La región de Suwalki se sitúa en Polonia, pero en su origen, formaba parte integrante del Gran Ducado de Lituania, antes de pasar a ser parte de Prusia en 1795 y después del Gran Ducado de Polonia, para terminar formando parte de la Rusia zarista. En 1919-20, tras la Revolución Rusa, la Rebelión de Sejny y la Batalla del río Niemen enfrentaron a las tropas lituanas y polacas, concluyendo con el tratado de Suwalki que otorgaba a Polonia las ciudades y regiones de Punsk, Sejny y Suwalki.

Sobra decir que no haría falta gran cosa para reavivar las tensiones en esta región de Polonia donde subsiste una gran minoría lituana (el 80 % de los habitantes de la ciudad de Punsk son lituanos) y alimentar las veleidades independentistas en una UE en la que este tipo de reivindicaciones son el pan de cada día[2]. El estallido de la crisis atlántico-rusa en esta región podría por tanto desencadenar el desmoronamiento de otro de los frentes de la bella Unión Europea y, por qué no, un conflicto étnico entre dos miembros de la UE y la OTAN.

Pero sea cual sea el método empleado, si Rusia no llegara a establecer un corredor, serían los países bálticos los que se encontrarían aislados de la UE.

Por el momento y desde 2003, un acuerdo con la UE autoriza a Rusia, bajo la atenta mirada de la UE, a pasar por territorio lituano para acceder a su enclave. Pero ¿en qué se apoya este acuerdo? Ciertamente, en poca cosa.

Falta de anticipación, errores estratégicos, debilidad política: la gran escalada

Armas y hombres se concentran en torno a este sector: estadounidenses, canadienses, británicos, franceses, daneses y alemanes por una parte y bielorrusos, rusos, moldavos, kazajos… e incluso chinos, por otra. Y desde el ejercicio militar ruso Zapad 2017 y el ejercicio ruso-chino Maritime Cooperation-2017[3] en el mar Báltico, la UE tiene motivos para preocuparse desde el momento en que la escalada se torne incontrolable, amenazando con propiciar que el mínimo incidente desencadene una guerra que, desde luego, tendrá todas las características de una Guerra Mundial, teniendo en cuenta quiénes son los protagonistas[4].

Así, resulta verdaderamente imperioso poner fin a la sucesión de acontecimientos que conducen a esta trampa estratégica. La integración de los países bálticos fue un error. Sería más conveniente que fueran objeto de estatuss especiales que dieran lugar a un diálogo euro-ruso.  La inclusión de los países bálticos en la OTAN fue un error incluso peor, pues aumentó inevitablemente las tensiones con Rusia. En 2008, el proyecto estadounidense de instalar un escudo antimisiles en esta región comenzó a dañar la relación cordial que trataban de forjar la UE y Rusia, a pesar de los dos errores precedentes (fue tras el anuncio de este proyecto cuando Vladimir Putin decidió poner fin al proyecto de estatus especial para el Óblast de Kaliningrado, gracias al cual se iba a convertir en una especie de Hong-Kong ruso). La negativa europea a negociar una asociación económica trilateral con Ucrania (UE, Ucrania y Rusia) fue un craso error histórico que provocó inevitablemente la división de Ucrania y la anexión de Crimea a Rusia.

El huraño ruso está ahora bien despierto y la UE no puede más que llorar ante su debilidad estratégica, el endurecimiento del yugo al que está sometido por la OTAN y EE. UU., la desintegración de todo su flanco oriental (como ya anticipamos en 2014)…, a merced de un avión estadounidense que sobrevuela, desde demasiado cerca, un territorio ruso o un misil que penetra demasiado en territorio europeo, para ver cómo la gran maquinaria militar-diplomática sume al continente y al mundo en una hecatombe[5].

Trampas por todas partes

¿Pero qué se puede hacer? Como siempre decimos “un mundo complejo requiere anticipación, pues cuando los problemas llegan a la mesa, no se dan más que malas soluciones”. Sea cual sea la responsabilidad de Rusia en esta escalada, la UE ha cometido graves errores, especialmente no haber anticipado nada y haber caído en todas las trampas, una detrás de otra. Hoy en día, los estadounidenses ya no sueltan a los europeos, a los que prohíben todo tipo de intercambio con Rusia. Como ejemplo particularmente aterrador, “El Senado estadounidense aprobó el 15 de junio de 2017 un proyecto de ley que amenaza con imponer sanciones y restricciones bancarias y con excluir de las licitaciones estadounidenses a todas las empresas europeas que participen en la construcción de gaseoductos rusos. Este proyecto debe aprobarlo la Cámara de los Representantes y promulgarlo el presidente de EE. UU. Este proyecto de ley constituye una amenaza directa para los cinco productores de gas europeos involucrados en el proyecto Nord Stream 2 (el francés Engie, el anglo-neerlandés Shell, los alemanes Uniper y Wintershall y el austriaco OMW), cada uno de los cuales debe aportar un 10 % de la financiación”[6]. Alstom, entre otros, conoce el precio de pasar por alto la excepción de extraterritorialidad del Derecho estadounidense. Si se aprobara esta ley, constituiría un poderoso obstáculo más contra toda perspectiva de resolución de la crisis euro-rusa. Por su parte, los rusos no pueden dar su brazo a torcer con respecto a Kaliningrado. Nuestro equipo ha estado tentado de pensar que podría existir un eje de negociaciones en torno al intercambio de Crimea por Kaliningrado (que se reconozca la anexión de Crimea a Rusia y Kaliningrado vuelva a la UE o a poseer un estatus especial). Pero Rusia no abandonará su acceso “fuera de las heladas invernales” al mar Báltico, especialmente en la situación actual de desconfianza.

El presidente checo, sin embargo, ha comenzado a cambiar las tornas este verano al sugerir que el hecho de reconocer la anexión de Crimea a Rusia permitiría iniciar las negociaciones entre Ucrania[7] y Rusia sobre una política compensatoria que sería bien recibida por un país desangrado. Los bramidos de Poroshenko podrían no ahogar del todo los pensamientos que inevitablemente ha despertado esta sugerencia entre los ucranianos… y más allá. Por otra parte, el fracaso del Gobierno actual en materia de lucha contra la corrupción, de modernización y de europeización del país han provocado una caída de Poroshenko en los sondeos, además de enervar particularmente a Alemania. Hoy en día ganaría las elecciones Yulia Tymoshenko, que tiene un perfil proeuropeo pero ha sido acusada en el pasado de simpatizar con Rusia y está muy relacionada con el comercio de gas con Rusia[8]. El muy turbio georgiano Mikheil Saakashvili, que vuelve a gobernar en la región de Odessa, acaba de renunciar a la nacionalidad ucraniana que le fue otorgada hace tres años[9]. ¿Cambiarán las tornas en Kiev? ¿En qué dirección? ¿Tendrán que ver estos indicadores de cambio con el imperativo de retomar las relaciones con Rusia?

¿Hipótesis de cambio de la situación?

De cualquier modo, la UE cierra filas en torno a la idea de restablecer el diálogo con Rusia. Si Francia, Alemania e Italia siempre se han posicionado a favor, ahora abundan las declaraciones europeas en esta línea, incluso en los países del flanco este. En particular están de acuerdo Chequia, Hungría y Eslovaquia, cuya participación junto a Polonia en el Grupo de Visegrád es un modo de neutralizar a este país, que es el más antirruso de toda la UE. Los países bálticos tampoco coinciden en lo que concierne a la política sobre Rusia. Por ejemplo, el primer ministro estonio, Jüri Ratas, acaba de declarar que no veía motivos para cuestionar el protocolo de cooperación que vincula a su país con Rusia[10]. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se ha atrevido a instar solemnemente y de manera argumentada a retomar las relaciones con Rusia[11].

¿Está Europa lejos de poder manifestar una posición común con respecto a Rusia? Con la maquinaria militar alardeando en el mar Báltico, no se puede perder más el tiempo. En efecto, las demostraciones de fuerza por parte de Rusia tienen como objetivo presionar a los europeos para que se liberen del yugo estadounidense en esta crisis y recuperen su independencia estratégica. Pero el refuerzo de la capacidad de la OTAN en Europa ya es una realidad que, para Rusia, hace que el tiempo corra. Por el momento, en caso de conflagración, Rusia tendría la ventaja estratégica (como afirmó el informe RAND[12]), pero con la cuadruplicación del presupuesto militar estadounidense para la protección de Europa[13], el refuerzo de la capacidad humana y tecnológica, etc… Rusia no puede esperar indefinidamente a que la OTAN esté de nuevo en condiciones de imponer su ley. Se trata por tanto de una verdadera carrera contrarreloj que va a contribuir a concentrar a finales de este año riesgos de conflicto realmente significativos.

Sin contar con que el restablecimiento del diálogo con Rusia no bastará para encontrar soluciones después de 15 años de tensiones acumuladas que quizás sean irreversibles desde 2014. La historia no se repite…

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