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El boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) - 15 Abr 2018
El extracto publico

Con vistas a la indudable reelección de Narendra Modi el próximo año, es hora de hacer balance de la primera legislatura del primer ministro indio, un balance cuando menos moderado tanto sobre el plano económico como sobre el político. El parcial fracaso del plan de desmonetización, la quiebra en cascada de los pequeños comercios, la crisis del sector de la construcción, el riesgo climático que pesa sobre la agricultura, la perspectiva de un éxodo rural de cerca de 600 millones de personas a lo largo de las dos próximas décadas, la constitución de empresas oligarcas que dominan la esfera económica india, la tendencia autoritaria, la violencia interreligiosa y el aumento de la desigualdad esbozan un paisaje como poco inquietante para el futuro de este gigantesco país que aspira a superar a China de aquí a 20 años. Y para ello, deberá contar con inversiones extranjeras (IDE, que podrían estar amenazadas por las perspectivas de problemas en el país) y a la vez mantener cierto proteccionismo. La India de Modi está repleta de paradojas y el fulgurante desarrollo que permite la redistribución del crecimiento por el mundo no resulta fácil, pues se ve amenazado en muchos niveles de la sociedad india. Dicho esto, este fastidioso comienzo en el camino hacia la modernidad debe contextualizarse en una estrategia de, al menos, 20 años de duración.

En 1961, Deng Xiaoping inició en China una estrategia de “crecimiento a cualquier precio” basada en su célebre lema “poco importa que el gato sea blanco o negro mientras pueda cazar ratones”. En 2014, Narendra Modi hizo adoptar el mismo enfoque a su país. Pero el camino será largo y el gato indio podría adquirir un color verdaderamente inquietante.

El éxito limitado del plan de desmonetización de 2016

El gran plan de desmonetización está lejos de acometer sus objetivos, en el marco de la reforma de la estructura económica de la sociedad india. Su principal mérito es haber empujado a gran parte de los ciudadanos a abrir una cuenta bancaria por primera vez (alrededor de la mitad de la población).

Anunciado el 8 de noviembre de 2016 para sorpresa de todos, empezando por los banqueros, el plan tenía previsto retirar del mercado todos los billetes de 500 y 1.000 rupias (que constituyen el 80 % de la moneda en circulación[1]). La población tenía 50 días para depositarlos en una cuenta bancaria o cambiarlos por billetes nuevos. El principal objetivo de este anuncio era pillar al mercado negro con la guardia baja para suprimir el dinero negro y falso de la economía india. La idea era que aquellos que poseían este tipo de activos no irían a cambiarlos o depositarlos en una cuenta. El líquido no declarado y falso quedaría así fuera del sistema y la diferencia permanecería en las cajas del banco central, un golpe muy beneficioso para el Estado[2].

Gráfico 1 – Porcentaje de transacciones de dinero no efectivo en diferentes países en 2016. Fuente: Equitymaster.

Las cosas no han sucedido como estaba previsto. El 97 % de los billetes que se pretendían eliminar se han depositado en los bancos y el beneficio estimado de 45.000 millones de rupias para el banco central no se ha cumplido. La razón es que, en realidad, los agentes del mercado negro indio no acumulan mucho líquido, pues prefieren invertir en joyería o en propiedades inmobiliarias. El poco líquido con el que se han visto atrapados lo han cambiado de manera inteligentemente desviada o bien mediante la intimidación de personas más débiles que lo cambiaran por ellos. En cuanto a la falsificación, han aparecido billetes falsos de 2.000 rupias prácticamente al mismo tiempo que los verdaderos[3].

No obstante, esta medida sí ha tenido un efecto relativo al dinero negro en circulación en el sector inmobiliario: ahora es mucho más difícil blanquear dinero mediante la compra de un apartamento o de una casa. El plan de desmonetización habrá trastocado la tranquilidad de este mercado que llamaba a una mayoría de pagos en líquido.[4]

Otro objetivo de este plan era cambiar los hábitos de los consumidores que efectuaban la casi totalidad de sus transacciones en líquido. Una tendencia que se ha frenado considerablemente en los meses que siguieron al anuncio del plan… pero no por la disposición de los indios a seguir las recomendaciones de su Gobierno, sino como consecuencia de la falta de liquidez que se ha derivado de la fiebre bancaria desencadenada por el anuncio del primer ministro. Y de ahí que las retiradas de billetes en los cajeros automáticos, tras haber experimentado un importante descenso en diciembre de 2016, aumentasen de nuevo a principios de 2017, para alcanzar una reducción de solamente el 15 % seis meses después del inicio del plan de desmonetización. Se observa la misma curva en el pago con tarjeta de crédito, que experimentó un fuerte crecimiento en torno a diciembre de 2016 y enero de 2017, antes de volver a caer en marzo de 2017 para estabilizarse en el mes de mayo. De cualquier forma, se observa una bajada del 23 % entre enero y mayo de 2017[5].

Gráfico 2 – Aumento de los pagos con tarjeta de pago en India, abril de 2016-mayo de 2017 (en millardos de rupias). Fuente: Ultra news.

Cabía esperar que este tipo de hábitos y la estructura de la economía india no se modificarían en unos pocos meses, solo por la aplicación de un plan gubernamental. Es necesario realizar un esfuerzo por que estas tecnologías económicas y financieras lleguen a los más desfavorecidos de la sociedad. Pero se ha iniciado un proceso cuyos plenos efectos no serán evaluables hasta dentro de 5 o 10 años, incluso una generación (20 años). En esta dinámica, las nuevas generaciones deberían representar un impulso fundamental. Narendra Modi es consciente.

Un efecto global más bien negativo. En cualquier caso, a corto plazo, los efectos sobre la economía india global son muy limitados. La desaceleración ya iniciada antes de la desmonetización se acentuó tras el anuncio del plan, con un descenso en el lanzamiento de nuevos proyectos constatado por el centro de supervisión de la economía india[6]. Los ingresos del banco central indio también disminuyeron por la necesidad de absorber el exceso de líquido derivado de la desmonetización[7].

Gráfico 3 – Moneda en circulación en India (miles de millardos de rupias), 2013-2017. Fuente: RBI/CMIE.

El impacto asestado a la proporción de dinero líquido en circulación en el país ha tenido consecuencias extremadamente graves para las pequeñas empresas. Aquellas empresas que funcionan únicamente con efectivo sufrieron un golpe terrible en los primeros meses de la desmonetización, pues la falta de liquidez empujaba a los consumidores a comprar en empresas más grandes, mejor estructuradas y, ante todo, mejor equipadas para estas modalidades de pago. De acuerdo con las estimaciones, las PYME constituirían el 45 % de la economía india y darían empleo a 60 millones de personas[8]. En muchos los casos, se trata de pequeñas empresas familiares que dan empleo a personas del éxodo rural que no están preparadas y no tienen los medios para seguir el plan de desmonetización. Muchas de ellas no declaran todas sus actividades o ninguna. Por todo ello, se han visto gravemente afectadas por este plan de lucha contra la economía sumergida. Dicho esto, dado que la medida de desmonetización está asociada a una acción de modernización de la economía, es probable que el riesgo para estas pequeñas empresas tradicionales no solo fuera esperable, sino también intencionado…

En un primer tiempo, como muestra un estudio de All Indian Manufacturers’ Organisation[9], se produjeron numerosos daños colaterales. A lo largo del trimestre siguiente a la decisión (octubre-diciembre de 2016), se observó una pérdida del 35 % del empleo en las PYME, frente al 15 % en las empresas más grandes. A lo largo del trimestre siguiente (enero-marzo de 2017), las PYME sufrieron una pérdida del 30 % del empleo. No obstante, se produjo un aumento a partir del tercer trimestre (abril-junio de 2017) con una recuperación del 15 % del empleo en las PYME, así como en las grandes empresas[10].

Crisis agrícola y éxodo rural: un gran desafío para la sociedad india

La crisis del sector agrícola. El sector que está sufriendo una grave crisis para la cual la desmonetización no tiene respuesta es la agricultura. Más de la mitad de la población india vive en regiones rurales y la agricultura, aunque no representa la principal fuente de ingresos, tiene un papel fundamental[11].

El plan de desmonetización, no obstante, ejerció un efecto positivo al transferir los subsidios directamente a una cuenta bancaria, por lo que muchos agricultores han debido crearse una cuenta por primera vez. Otrora, estos subsidios se entregaban en líquido a las autoridades locales, que extraían sus “comisiones” antes de entregárselos a los destinatarios. Hoy en día, este tipo de subsidios llegan directa e íntegramente a su destino.

Pero el sector agrícola se enfrenta a un enorme desafío de modernización y sus dificultades son inmensas, empezando por la incertidumbre que lo acompaña, desde hace varias décadas ya, pero de manera creciente; un monzón en otro tiempo perfectamente organizado pero que se hizo totalmente imprevisible. Las regiones con menos precipitaciones carecen absolutamente de un sistema de irrigación eficaz. Aquellas demasiado expuestas carecen de herramientas para hacer frente al volumen de precipitaciones. Para paliar este problema, el Gobierno ha promovido un gran proyecto de aseguración de las cosechas, pero este ha sido objeto de fervientes críticas por parte de dos organizaciones, el sindicato Comptroller and Auditor General y el Centro para la Ciencia y el Medioambiente. Ambas acusan al plan de tener un efecto muy limitado en el sector agrícola y de haber beneficiado esencialmente al sector de los seguros. Este último ha registrado un crecimiento de las primas brutas del 32 %, del cual más de la mitad provendría del plan de aseguración de las cosechas[12].

Posteriormente, el sector de la agricultura no ha llegado a crear empleo para todas las poblaciones locales. Y el problema del desempleo no ha sido tratado por el plan de desmonetización, lo que ha alimentado la indignación de los agricultores, la cual han manifestado de manera bastante virulenta estos últimos meses en diferentes lugares del país[13].

Estas dificultades tienen una consecuencia directa que es acelerar un éxodo rural masivo (el índice de urbanización del país ya ha pasado del 27,81 % en 2001 al 31,16 % en 2011 y la tendencia continúa presente[14]).

Gráfico 4 – Población de las grandes ciudades indias en comparación con el número de habitantes de los barrios más pobres, 2011. Fuente: Makanaka.

 Un éxodo rural masivo en perspectiva. Con un 66 % de población rural en 2016[15], la India tiene un potencial de cerca de 600 millones de personas tentadas a desplazarse a la ciudad en las próximas décadas. Esto conlleva enormes desafíos en términos de urbanización, integración de las poblaciones en los centros urbanos y el mercado de trabajo. Con miras a un desarrollo económico de la India de aquí a 20 años, mencionado al principio de este artículo, posiblemente se trate del principal desafío. Hasta el momento, los migrantes internos están teniendo grandes dificultades para integrarse en las ciudades. A menudo viven en barrios marginales, trabajan por salarios muy bajos en los sectores de la fabricación, la fontanería, el corte de diamantes y la construcción, y sufren unas condiciones terribles, desde el impago del salario hasta el maltrato físico, pasando por los accidentes de trabajo, en ocasiones mortales[16]. No encuentran lugar en los sindicatos y los políticos ni siquiera los consideran, pues no representan una fuerza electoral. Muchos de ellos ni siquiera efectúan las formalidades administrativas para poder continuar votando tras cambiar de estado. De hecho, la mayoría de los migrantes del interior de la India son “sin papeles”.

Dicho esto, constituyen el sueño de todo empresario: una mano de obra extremadamente barata que va a constituir un factor central en el desarrollo de la India en los próximos 20 años.

Hacia intesas tensiones sociales. Pero las enormes desigualdades que se cruzan en esta etapa del proceso parecen ser objeto de una gestión por la violencia y, concretamente, por estas milicias de la RSS[17] asociado al BJP de Modi[18]. Un éxodo rural de tal amplitud crea una situación socialmente explosiva. A los migrantes del interior les esperan situaciones terribles y la acogida que van a tener puede empeorar y desbordar definitivamente una situación ya muy inestable entre comunidades religiosas y clases sociales. Contrariamente a la colorida imagen pacifista que porta este país gracias a Gandhi, hay que ser consciente de que la violencia está extremadamente presente en la sociedad india. Violencia económica debida al empleo de una clase de la población con condiciones y salarios inferiores al resto de la población; violencia política ejercida por el Gobierno para reprimir las manifestaciones; violencia cultural entre las castas, religiones y etnias, empezando por la ejercida de manera creciente por un sector hindú extremista o “saffronist”[19]. No exageramos cuando hablamos de una situación explosiva, susceptible de degenerar en enfrentamientos absolutamente fuera de control de las autoridades políticas.

Hinduización y constitución de una oligarquía

Los ganadores de la política económica del BJP. Si las pequeñas empresas familiares han sufrido las políticas de Modi, otros tipos de empresa en cambio se han visto beneficiadas por ellas, dirigidas en muchos casos por personas cercanas al poder y de confesión hindú. Algunos hablan de una oligarquía.

Actualmente, el ejemplo de Baba Ramdey y la empresa Patanjali está siendo un gran tema de debate entre la sociedad india. Esta distribuye productos derivados de la Ayurveda, la práctica médica inscrita desde hace miles de años en la cultura hindú, pero no se trata únicamente de productos médicos o de salud, la gama se extiende desde productos alimenticios hasta productos de limpieza. El discurso de Baba Ramdey se inscribe en una forma de nacionalismo, por oposición de su empresa a las multinacionales, que equipara a la Compañía de las Indias (empresa británica responsable del comercio de los productos de las colonias)[20].

Gráfico 5 – Ingresos de Patanjali, 2010-2018. Fuente: Topyaps.

Sus lazos con el poder político adoptan diferentes formas[21]. Primeramente Baba Ramdey brindó su apoyo a ciertos candidatos del BJP durante la campaña, haciéndoles firmar compromisos, en un vídeo difundido por él mismo en las redes sociales. Tras la victoria del BJP, Patanjali recibió varios favores, por ejemplo, la distribución de sus productos en los comedores de las fuerzas de seguridad indias y en ciertas mesas del Parlamento. Pero, ante todo, reducciones muy significativas sobre el precio de los terrenos construibles en los Estados gobernados por el BJP: hasta un –77% sobre el precio del mercado.[22] La cantidad ahorrada por la empresa en la adquisición de cerca de 2.000 hectáreas se estima en 46 millones de dólares.

Un crecimiento fulgurante. Así, según las declaraciones del propio Ramdey[23], el volumen de negocio de la empresa pasó de 156 millones de dólares en 2013 a 1.600 millones de dólares en 2016. La empresa ya ha podido beneficiarse de la exportación y va a tratar de beneficiarse aún más en el futuro. El ministerio de AYUSH (Ayurveda, Yoga, Unani, Siddha and Homeopathy), creado en 2014 para promover este tipo de actividad,[24] ha expedido certificados a las producciones de Patanjali y ha organizado con Baba Ramdey eventos de yoga, con cursos en línea en demostraciones multitudinarias en las calles de Nueva Delhi.

Una tendencia que comienza a esbozarse desde la llegada al poder de Narendra Modi y la ofensiva de poder blando que está llevando a cabo en torno al yoga, solicitando (y obteniendo) la creación de un día internacional del yoga en la asamblea de las Naciones Unidas y dejándose ver en concentraciones públicas de yoga. Esta ofensiva tiene claras miras culturales, posicionando a la India como madre del yoga, pero también de la práctica económica, al entrar pisando fuerte en el mercado del bienestar, directamente relacionado con este tipo de actividades (además de bloquear la tendencia de las empresas farmacéuticas occidentales de querer patentar por cuenta propia las técnicas ayurvédicas). Hasta la fecha, ya se ha criticado en gran medida el hecho de promover una práctica derivada de la cultura y la religión hindú en un país pluriconfesional. Sus detractores acusan a Narendra Modi de poner por delante del resto a la parte mayoritaria de la población, exacerbando las tensiones ya existentes entre esta y los musulmanes especialmente, motivo de numerosos enfrentamientos violentos.

Intensificación de la desigualdad y de las tensiones comunitarias

Todos estos elementos acentúan dos aspectos de la sociedad india que son muy problemáticos para su desarrollo y que podrían empujar al primer ministro a una deriva cada vez más autoritaria. El primero consiste en el aumento de la desigualdad, agravado por ciertos puntos del plan de desmonetización y alimentado por el éxodo rural; y el segundo consiste en las tensiones entre diferentes grupos religiosos, particularmente entre musulmanes e hindúes, alimentado también por el éxodo rural y agravado por la llegada al poder de Modi, que ha dado más legitimidad a los componentes más extremistas de su partido.

En el entorno de Narendra Modi encontramos efectivamente personalidades bastante más radicales que el primer ministro en materia de nacionalismo e hinduismo. La más conocida es probablemente Yogi Adityanath. Adepto a los discursos de odio contra los musulmanes, cumplió una pena de prisión en 2007 por organizar revueltas y también se le persigue por intento de asesinato, intimidación criminal, incitación al odio y deterioro de lugares de culto. Actualmente, es ministro jefe del Estado de Uttar Pradesh y parece ser bastante próximo al primer ministro, ¡que lo ha invitado a una de las etapas de la reciente visita de Estado de Emmanuel Macron[25]! Este tipo de personalidades, con las que Narendra Modi está obligado a compartir un poder que él mismo les debe en parte, parece gozar de cierta libertad y las acciones violentas contra los musulmanes, en aumento desde la victoria del BJP en las últimas elecciones[26], están fuera del control del primer ministro – muchos indios creen que él mismo es uno de los promotores. Pero ¿contribuye Modi a la violencia para después tomar medidas en contra y presentarse como salvador en el momento de las elecciones (en cuyo caso la violencia podría disminuir próximamente)? ¿o está a favor de la violencia (que entonces no disminuiría y volvería a plantear la cuestión de la laicidad de la India que ha caracterizado al país durante gran parte de su historia)?

Gráfico 6 – Desigualdad en Asia: coeficiente de Gini en diversos países, 1990 y 2013. Fuente: LiveMint.

 Graves riesgos políticos. Estas tendencias comportan riesgos muy importantes para la evolución política de Narendra Modi y del BJP. Ambas problemáticas podrían alimentarse, las clases más desfavorecidas, al igual que los jóvenes sin empleo, constituyen una masa más fácil de reclutar por las milicias violentas. Si los enfrentamientos se intensifican demasiado, a pesar del creciente control de la prensa ejercido por el Gobierno actual[27], será más difícil que el resto del mundo los ignore. En los 20 próximos años de desarrollo, India necesitará inversores extranjeros para continuar experimentando un crecimiento comparable al de los últimos años. Unos enfrentamientos demasiado violentos entre comunidades no constituyen elementos demasiado atractivos para los inversores, por lo que podría desencadenarse un círculo vicioso. El hecho de que la disminución de la inversión tuviera un impacto negativo sobre la economía agravaría la desigualdad, alimentando el éxodo rural y la constitución de milicias y empujando a Narendra Modi a cerrar mucho más el cerco en torno a la población, y ofreciendo así una imagen negativa de su ejercicio del poder…

El primer ministro ya ha sido acusado de haber iniciado la tradición democrática india por un miembro de la oficina nacional del BJP en una carta de dimisión difundida por la prensa y en las redes sociales.  Denuncia una concentración excesiva del poder en torno a la oficina del primer ministro y la ignorancia en la que se mantiene a los ministros, a los que no se les permite nombrar a sus propios colaboradores[28].

Aunque la inversión extranjera no es incompatible con los regímenes autoritarios, sí lo es con las situaciones caóticas que crea y alimenta la violencia interreligiosa. La inversión extranjera, aunque apenas ha sido necesaria para la India hasta ahora, va a desempeñar una función crucial, mientras se crea una clase media capaz de generar un crecimiento interno. La dimensión de la percepción extranjera es primordial en el caso de la India. Narendra Modi lo comprendió desde que llegó al poder y está jugando una carta de gran visibilidad positiva en la escena internacional (debate con Zuckerberg, día del yoga, etc.). El hecho de que ya no se escuche hablar de él es señal de cierto fracaso de su estrategia de partida, lo que revela que las cosas van a ser más complicadas de lo previsto. La labor de llevar a este inmenso, complejo y muy tradicional país a la modernidad del siglo XXI no es tarea fácil y el camino está lleno de trampas.

Los primeros están transformando a Narendra Modi en un autócrata duro, apoyándose en un sistema nacionalista-hindú-oligarca ultra-centralizado (los Estados están en un 85 % en manos del BJP o de alianzas con el BJP – salvo ciertos Estados del sur del país que, por otra parte, podrían constituir un problema) para obligar a los países a aceptar una transformación sistémica mayor de aquí a 20 años.[29]

Gráfico 7 – En naranja, Estados dirigidos por el BJP / En azul, por el INC/ En rojo, por otros partidos. Fuente: “Politics of India”. Wikipedia.

Este endurecimiento cursará con un gran sufrimiento por parte de la población y con grandes riesgos en materia geopolítica, empezando por la gran amenaza de un empeoramiento de las relaciones indochinas[30] (hablaremos sobre este tema en otro número).

Leer el GEAB 124

________________________________

[1] Fuente: The effects of demonetization on financial inclusion in India, 08/11/2017

[2] Véase el gran artículo que escribimos al respecto en el GEAB n.º 110. Fuente: GEAB, 15/12/2016

[3] Fuente: Forbes, 29/07/2017

[4] Fuente: Firstpost, 21/02/2014

[5] Fuente: Medici, 06/09/2017

[6] Fuente: CMIE, 02/01/2018

[7] Fuente: LiveMint, 07/11/2017

[8] Fuente: FPI Journal of Economics and governance, Vol 2 n°2, julio-diciembre de 2017

[9] Estudio citado como referencia en el artículo “Demonetisation and GST led to massive job and revenue losses, industry association survey finds”. Fuente: scroll.in, 08/11/2017

[10] Fuente: scroll.in, 08/11/2017

[11] Fuente: niti.gov, 11/2017

[12] Fuente: The Wire, 25/07/2017

[13] Fuente: NDTV, 12/04/2018

[14] Fuente: Foro Económico Mundial, 01/11/2017

[15] Fuente: Banco Mundial, datos de 2016

[16] Fuente: Foro Económico Mundial

[17] Se dice que la RSS está influenciada por las extremas derechas europeas. Fuente: Wikipedia.

[18] Fuente: HindustanTimes, 03/03/2018 ; o Quora, 25/10/2016

[19] Del color azafrán utilizado para teñir las túnicas de los sanniasis indios. Fuente: Wikipedia

[20] Fuente: The Economic Times, 16/08/2016

[21] Como puede constatarse buscando “baba ramdey supports bip video” en Google. Fuente: Google.

[22] Fuente: One India, 21/02/2018

[23] Fuente: Reuters, 23/05/2017

[24] Fuente: ayush.gov, 11/2014

[25] Fuente: Liberation, 12/03/2018

[26] Fuente: SCMP, 29/06/2017

[27] Fuente: Huffington Post

[28] Fuente: Indian Express, 19/02/2015

[29] La dimisión de un ejecutivo del BJP y la represión violenta de las manifestaciones de agricultores, así como el acallamiento de la prensa, los movimientos poblacionales, el primero el éxodo rural, y las violencias entre los diferentes grupos religiosos ofrecen una imagen del país muy inestable y el hecho de que Modi haya escogido rodearse de personalidades como poco radicales no es algo bueno en un país preparado para emerger entre las grandes potencias.

[30]    El vecino chino aún está presente en la política extranjera india con la paradoja de una interdependencia económica creciente (el comercio bilateral indochino alcanzó en 2017 los 84.440 millones de dólares, un récord histórico) y una rivalidad que puede resurgir en cualquier momento, de modo bilateral o a través de alianzas regionales como el Quad. Fuente: Times of India, 07/03/2018

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