En la guerra – trampa entre Estados Unidos y China, agudizada en los últimos años, la llegada de Biden a la Casa Blanca y su estrategia de movilizar un bando de “aliados” en torno a Estados Unidos para “contener” el poderío chino[1], los europeos podrían caer en la tentación de creer que el bando occidental ganará.
Esta sensación se ve reforzada por la cortina de humo, creada por un sistema de información centrado en EE. UU, que nos separa a los occidentales, no solo de China, sino del resto del mundo. Si observamos con más objetividad lo que ocurre en el otro-mundo, hay muchas razones para dudar de las posibilidades de ganar la guerra (comercial, ideológica, tecnológica o incluso militar) que Estados Unidos plantea a China, en respuesta a su (por el momento todavía) pacífico proyecto de codesarrollo.
No olvidemos que la tutela estratégica estadounidense sobre Europa es el resultado de nuestros errores del siglo XX. Hoy en día, Europa se encuentra en una relativa posición de fuerza y en condiciones de negociar su autonomía estratégica jugando hábilmente con la dualidad del actual poder mundial. Sería penoso que, por el contrario, nos viéramos obligados a elegir un bando, lo que nos llevaría a nuevos errores y a terminar en una situación de debilidad estratégica, esta vez en beneficio de… China.
En apoyo de esta advertencia, este artículo sostiene que a Estados Unidos le resultará muy difícil ganar la guerra contra China que propone a sus aliados
Desenchufando Estados Unidos de China
En los últimos 30 años, Estados Unidos se ha vuelto “adicto” a China sin efectos secundarios. Pero en los últimos 10 años, los efectos de la adicción han empezado a ser visibles y problemáticos. ¿Por qué? Sencillamente porque China, después de haber trabajado duro como propuso Deng Xiaoping, pretende construir una sociedad moderna y ver recompensados todos sus esfuerzos.
Esta nueva etapa de la estrategia china plantea un problema a Estados Unidos, que por fin se está dando cuenta de hasta qué punto su confort de vida estaba ligada a los esfuerzos chinos. Ante la perspectiva de que la producción china se oriente hacia su mercado interior, el incremento de la gama y del precio de la producción, el encarecimiento de la mano de obra china, el desvío de una parte importante de la energía en beneficio de sus clases medias emergentes, etc., el poder adquisitivo de una América infinitamente más pobre de lo que creía, podría no resistirlo.
Esta realidad se conoce desde hace unos quince años, dando lugar a diversas estrategias a ambos lados del Pacífico:
. China propone una transición suave que lleve a otras regiones del mundo a seguir la misma estrategia que ellos (“desarrollo a toda costa”), invirtiendo en la infraestructura del desarrollo moderno en África y Asia, pero al hacerlo, está pisando los talones del poder occidental y aumentando la tensión sistémica;
. mientras tanto, Estados Unidos duda entre tres estrategias: desviar sus flujos de importación (Obama), reconstruir su autosuficiencia (Trump), bloquear la emergencia de China (Biden). En este vals de vacilación, por supuesto, está perdiendo un tiempo precioso.
EE.UU – China: visión general del equilibrio de poder
Empecemos por ver de cerca la comparación entre China y Estados Unidos, gracias a esta infografía de la excelente web VisualCapitalist.
Figura 1 – Las dos economías, Estados Unidos y China. Fuente: Visual Capitalist.
El dolor económico del divorcio de China
Estados Unidos está perdiendo un tiempo precioso y arrastrando a sus “aliados” a un doloroso caos estratégico. En cuanto a la UE, mientras que la crisis OTAN-Rusia de 2014 causó grandes pérdidas a la economía europea[2], ¿qué pasa con las sanciones contra las empresas estratégicas chinas? Como hemos visto, Europa:
. se encuentra en situación de escasez de semiconductores al lanzar su proyecto de digitalización[3].
. se arriesga a que su Parlamento rechace [4] el acuerdo global de inversión UE-China, que negoció desde una posición de fuerza, obteniendo todas las garantías que quería[5] ante una China deseosa de no enfadarse con Europa en vísperas del relevo democrático estadounidense (este acuerdo se realiza, en particular, para facilitar el acceso de los inversores europeos a China y equilibrar la balanza de inversiones UE-China[6]).
. podría ver detenidas las transferencias de tecnología debido a las tensiones nacionalistas[7].
. corre el riesgo de ver ralentizado su programa de energías renovables si deja de poder adquirir paneles solares, tierras raras y componentes electrónicos chinos para los aerogeneradores[8].
. etc.
Para los países en desarrollo y emergentes, las sanciones estadounidenses contra China son una muy mala noticia. Desde hace 10 años, estos países han emprendido impresionantes trayectorias de desarrollo que deben mucho a China directa (tanto por sus inversiones como por el nuevo enfoque del desarrollo que propone[9]) como indirectamente (gracias a la diversidad de patrocinadores que hacen cola en su puerta).
Figura 2 – Evolución del comercio chino en los últimos 20 años. Fuente: IHS Markit, 2020
Aunque es innegable que el mundo debe aprender a desintoxicarse de su dependencia de China, sólo lo conseguirá cooperando con ella. Por ejemplo, un estudio estadounidense estima en 1 billón de dólares el coste para la economía de Estados Unidos de una repentina disociación económica de los dos países[10]. ¿Puede Estados Unidos permitírselo?…
Los peligros de la ceguera occidental
Occidente entiende que China está pasando del estatus de fábrica a uno de potencia mundial que amenaza al suyo, pero les falta vigilancia sobre el atractivo del modelo chino a los ojos de una parte creciente del planeta.
Es cierto que la imagen de China sufre la maquinaria de guerra de los medios de comunicación occidentales, que se ha acelerado desde 2018[11], como muestran las encuestas de Pew Research[12]. Pero, si se examina más de cerca, esta imagen negativa también se debe al hecho de que la opinión pública ve ahora a China como la mayor potencia del mundo… por delante de Estados Unidos.
El discurso anti chino es una nueva causa de desconexión entre, por un lado, los gobiernos pragmáticos, que cada vez se dan más cuenta de que no pueden permitirse el lujo de divorciarse de China, y, por otro, su población, influenciada por los medios de comunicación y las elecciones. Esto es una amenaza muy seria para la paz y la democracia. El que siembra el viento recoge tempestades…. Esperemos que todavía sea posible racionalizar este debate…
China como modelo
Para quienes se esfuerzan en observar a China con objetividad, lo que ven es una máquina que funciona en “modo proyecto”[13], híper eficiente en cuanto a visión estratégica, considerando las realidades globales, en la toma e implementación de decisiones, en el éxito económico, en la gestión del cambio, en la modernización e invención de nuevos modelos, en cuanto a la capacidad de financiación…
Planes quinquenales[14], principios de liderazgo[15], MIC 2025[16], Visión 2035[17], megaclústeres urbanos[18], programa medioambiental 2060[19], nivel de educación de la población[20], reducción de la pobreza[21], creación de centros financieros[22], lanzamiento de proyectos de desarrollo (OBOR)[23], apertura de la mayor zona de libre comercio del mundo (RCEP)[24], creación de bancos multilaterales[25], infraestructura eléctrica mundial[26], aplicación estricta de las leyes antimonopolio[27]… En comparación con Occidente, con problemas para tomar una simple decisión, China es vista cada vez más como el actor más fiable. Y fiabilidad es lo que el mundo necesita hoy.
Un país “socialista” al estilo chino: a nuestras espaldas, el Partido Comunista Chino acaba de lanzar su XIV plan quinquenal para el periodo 2021-2025. Se trata de construir un “Estado socialista de derecho, con características chinas, modernas en todos los aspectos” para un despliegue completo en 2035[28]. China pretende ahora ser un modelo[29]. Y si Occidente no pone ahora toda su energía en repensar lo propio en lugar de criticar lo ajeno, debemos prever amargos fracasos.
Frente a la dialéctica “democracia versus totalitarismo”, China se compromete a responder con “capitalismo versus socialismo”. Con ello, se sitúa decididamente del lado del pueblo contra el de los ricos, lo que resulta creíble, recordando que ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza en 40 años[30] y que su proyecto de desarrollo humano va más allá de sus fronteras (Rutas de la Seda[31], financiación de infraestructuras en terceros países[32], etc.), por no hablar del papel desempeñado por China en las campañas de vacunación en los países en desarrollo[33], donde el programa Covax de la OMS parece agotado[34]. Combinando los términos “modernidad” y “socialismo”, China contribuirá probablemente a resucitar una izquierda burlada o desviada en el momento en que las desigualdades sociales han aumentado aún más bajo el efecto económico de la pandemia. Suficiente para preocupar a los europeos y a los americanos…
E incluso una “democracia” para 2025: Xi Jinping nos recuerda que ya se considera una democracia, que él llama en inglés “whole-process democracy” (democracia de todo el proceso), en la que cada decisión legislativa es fruto de procesos deliberativos que garantizan que las decisiones tomadas son sólidas y democráticas[35]. Al afirmar que la democracia no es completa si el pueblo sólo tiene derecho a votar sin derecho a una amplia participación, China se sitúa como un actor democrático de pleno derecho, abriendo el debate sobre futuros modelos también en este ámbito.
También en este caso, los occidentales harían bien en no tomarse a la ligera este posicionamiento de China, tan alejado de la imagen tranquilizadora que tienen de ella (“la China totalitaria” no puede amenazar al “mundo libre”). El vasto mundo de los países emergentes y en vías de desarrollo también está observando con distancia los resultados concretos de los dos modelos “democráticos” en competencia… y lo que ven al aplicar simples criterios de paz, orden y prosperidad, no nos beneficia[36]… Recordemos que no convenceremos por mucho tiempo al asociar la democracia con la ineficacia, la parálisis política y el descontento popular[37].
Vemos incluso un reto importante para Occidente en el actual contexto doctrinal anti chino: existe un riesgo creciente de que la atribución por parte de Occidente de los éxitos chinos a la ausencia de democracia alimente un proyecto de eliminación de esta limitación en Occidente para seguir siendo competitivo (que ya está en marcha, por otra parte[38]). Por no hablar de que las tensiones geopolíticas nunca son buenas para la libertad y la democracia…
En cambio, a nuestro equipo siempre le ha parecido más saludable partir de la premisa de que la democracia está en crisis en todo el mundo y que es a través del intercambio de experiencias y del debate como encontraremos, cada uno según sus limitaciones culturales e históricas, los caminos de la reinvención. Así seguiremos observando los avances en la reforma de las democracias americana, europea y china para 2024-2025. De hecho, 2024 es el año de las elecciones americanas y europeas, y 2025 es el horizonte que se ha fijado China para desplegar su “estado de derecho socialista” democrático. Las tres potencias pretenden reformar sus modelos imperfectos [39]. ¿Quién lo logrará?…
EE.UU-China: ¿cuántas divisiones?
Pero volvamos a esta guerra entre EE.UU. y China. EE.UU. está contando sus tropas y se cree invencible: ¿Europa, Canadá, Japón? ¡Informen!, India ¡Presente!, Australia, Nueva Zelanda ¡Por supuesto!
El bando chino parece enclenque a primera vista, pero no olvidemos que ellos solos representan 1.500 millones de personas.
En el lado occidental, después de alinear a Estados Unidos, la UE, Japón y Canadá, sólo estamos en 1.000 millones… Podemos entender mejor el interés incondicional de Estados Unidos por India y sus 1.200 millones de habitantes… Pero si India y China son enemigos atávicos, también son vecinos, y el muy nacionalista Modi no está dispuesto a perder la independencia que su país ha ganado cooperando con ambas partes a la vez[40]. Lo mismo ocurre con África, que actualmente juega en todos los frentes y lo hace bastante bien.
También es esencial entender que China está en proceso de inventar su bando. Como muestra su política espacial, sus aliados en este ámbito serán los países a los que ayude a acceder al espacio (África, Argentina, etc.) [41]. Este método se aplicará sin duda a muchos otros campos. Por eso, incluso, China tiene un interés estratégico en el desarrollo económico mundial: está creando un grupo de aliados. Y es una situación en la que todos ganan.
También es importante tener en cuenta un hecho de psicología colectiva que juega en contra de EE.UU. y los países occidentales: para los países emergentes o en desarrollo, China es el único de su grupo que ha tenido éxito. Para los países árabes, africanos, asiáticos, etc., China representa una inmensa esperanza. Es la primera ilustración que se recuerda de que es posible no ser occidental y tener éxito[42] y se ofrece a ayudar a estos países a hacer lo mismo que él: trabajar duro durante 20 años y llevarse sus beneficios.
En cuanto a África, hace tiempo que pensamos que su desarrollo irá de la mano, como para todas las potencias emergentes, de un “Renacimiento” consistente en la creación de un corpus mítico-histórico propio que, en el caso particular del continente negro, implicará un rechazo masivo y quizás violento de su historia por parte de Europa[43]. El movimiento americano “black-live matters” que cruza el Atlántico en órdenes dispersas para venir a instalarse en las mentes de los africanos en África y Europa nos parece que puede hacer estallar el polvorín. Si estamos en lo cierto en esta oscura previsión, no son muy buenas noticias para el cálculo estadounidense de llevar a África a su bando a través de su aliado europeo.
En cuanto a Arabia Saudí, EAU, etc. ya hemos visto que todos ellos están firmando acuerdos por doquier con China. Aramco acaba de situar la seguridad energética de China entre sus prioridades[44]. Los ministros de Asuntos Exteriores de China y Arabia Saudí debatieron recientemente el fortalecimiento de las relaciones bilaterales[45]. Algunos consideran que los EAU se han puesto del lado de China[46].
Cabe señalar que los países musulmanes han optado por no intervenir en la cuestión uigur[47]… empezando por las naciones vecinas de Xinjiang, Kirguistán y Tayikistán [48]… probablemente porque prefieren esto a la ola de terrorismo y guerra de independencia que se cernía sobre sus fronteras en los años 2015[49].
La carga de la deuda de las economías emergentes y en desarrollo
Si bien la pandemia ha dañado la imagen de China como país causante del problema, su gestión de la crisis juega en contra de Occidente. Pero eso no es todo: los enormes planes de estímulo y las políticas monetarias no convencionales que Europa y Estados Unidos han sabido concederse pronto pesarán sobre las economías más frágiles, menos afectadas por la crisis al principio (véase el siguiente gráfico).
Figura 3 – Impacto de la pandemia en diferentes economías. Fuente: FMI / FT
La inflación que estos planes comenzarán a inducir se extenderá primero a los mercados de valores, luego a los países en desarrollo, antes de llegar finalmente a las empresas en el origen del problema. Brasil, por ejemplo, registró una inflación del 6,1% en marzo, cuando su Banco Central había fijado un límite máximo del 5,25%, y seguramente tendrá que subir sus tipos de interés, lo que dificultará las perspectivas de recuperación económica y aumentará la carga de la deuda de este país, que ya está en grandes dificultades[50]. Es interesante ver el ejemplo de este país, que hizo la apuesta por los BRICS en 2009 antes de encontrarse en las garras de gobiernos pro-estadounidenses (Temer y luego Bolsonaro). A pesar de esto último, Brasil no ha podido aislarse de China, de la que dependen sus exportaciones agrícolas[51]. Hoy, el “mejor amigo” de Bolsonaro, Trump, ya no está en la Casa Blanca[52] y China ha seguido siendo un socio clave… Si los brasileños empiezan a establecer la conexión entre su inflación y los faraónicos planes egocéntricos estadounidenses, el país podría recuperar pronto la dinámica de los BRICS… ya sea bajo un gobierno de Lula en 2022 o del propio Bolsonaro[53].
Además de Brasil, creemos que las sacudidas que los rescates occidentales enviarán a los países emergentes y en desarrollo los acercarán a una de las tres principales economías que parecerá más estables…
Un bando occidental mucho más dividido de lo que parece
Este último ejemplo demuestra que los países que Estados Unidos ha logrado conquistar en los últimos años están lejos de ser seguros. Pero eso no es todo: el bando que Biden aglutina actualmente y que le permite alinear argumentos milagrosos de PIB (EE. UU + UE + JP + CA + NZ = 47 billones de dólares frente a CN + Reino Unido = 16 billones de dólares), notoriedad, presupuesto militar (en Occidente, casi 1 billón de dólares sin contar Arabia Saudí… en Oriente, 300.000 millones de dólares), etc. está en realidad muy dividido[54].
Figura 4 – Gasto militar por país. Fuente: Wikipedia, 2019
Este bando de las llamadas “democracias”, cuando todo el mundo sabe que estas democracias están en crisis, parece que no producen más que división, ya tiene dificultades para tomar decisiones a nivel interno. Pero ¿qué pasa con su capacidad para tomar decisiones juntos?
La UE es un ejemplo de los límites a los que ha llegado el modelo de cogobierno que inventó durante el periodo 1952-1992. Se ha hablado mucho del SCAF (Sistema de Combate Aéreo del Futuro[55]) en las últimas semanas, ilustrando la complejidad de la cooperación internacional. El proyecto está luchando por salir de una crisis existencial derivada de las disputas franco-alemanas entre Dassault y Airbus y que revela actitudes profundamente nacionalistas hacia las tecnologías avanzadas y los secretos de defensa. El hecho de que Airbus, símbolo del éxito de la cooperación intraeuropea en los años setenta y ochenta, participe en esta crisis es bastante penoso[56]. El problema es que, en el mundo ultraconflictivo que ha traído la guerra entre Estados Unidos y China, todo el mundo desconfía de los demás, lo que no es bueno para la transparencia, la cooperación y la amplitud de miras.
Sin duda, algunas personas albergan la esperanza de que el regreso de Estados Unidos dé una nueva cabeza a los occidentales. En realidad, el gato escaldado teme el agua fría: los europeos, bajo su exterior Biden-entusiasta, no han dejado de alimentar una creciente desconfianza hacia Estados Unidos desde al menos 2003 y la guerra de Irak; y Trump ha proporcionado un pretexto ideal para empezar a traducir esa desconfianza en estrategia. En la actualidad, los aliados están dispuestos a cerrar filas para aumentar su competitividad frente a los chinos, pero ningún país está dispuesto a ceder más soberanía a unos Estados Unidos ya intrusivos. No olvidemos que el Japón de Shinzo Abe[57] ha hecho todo lo posible para reformar su constitución con vistas a recuperar su autonomía estratégica, en vano, por supuesto, pero no es el tipo de proyecto que se abandona a la ligera. Los europeos siempre han estado a favor de construir una defensa europea dentro o fuera de la OTAN…
Los aliados de Biden sólo acuden a él con la esperanza de obtener su libertad a cambio de su apoyo…
¿Y Europa?
Si Europa empieza a anticipar que sus antiguas colonias corren el riesgo de alejarse de ella en beneficio de China, si observa que el famoso bando aliado da largas, si ve que la estrategia americana sólo sirve a su interés nacional en detrimento del de sus socios, y sobre todo si el único proyecto de la alianza resulta ser la contención de una China que necesita vitalmente… será quizás la última en abandonar el barco, pero acabará abandonándolo también.
La prueba de la durabilidad del peloteo a Estados Unidos la podría proporcionar el famoso proyecto de fiscalidad de las multinacionales que Biden acaba de anunciar como si la idea fuera suya[58]. Después de blandir el palo, llevando a los aliados a un enfrentamiento con China -no sin antes cancelar el regreso de las tropas estadounidenses a Alemania-, la propuesta fiscal es la zanahoria que se agita ante las narices de los europeos, que llevan casi dos años trabajando en el tema y que sin duda agradecerían que Estados Unidos se uniera a sus esfuerzos. Pero si los europeos ven que EE. UU. no es capaz de conseguir que las decisiones sean aprobadas por su Congreso, no tardarán en dejarlo todo.
Un hito importante en el camino del posicionamiento europeo en relación con el conflicto Estados Unidos-China serán las elecciones alemanas de septiembre. De hecho, en los últimos años, es la Alemania de Merkel la que ha mantenido el vínculo con el Este a toda costa (NordStream II y el acuerdo de inversión UE-China). Pero un gobierno verde profundamente anti ruso y anti chino[59] se espera que sea elegido al final de las elecciones. De ser así, es probable que la UE se hunda aún más en su atlantismo atávico… a menos que los países que actualmente se esconden detrás de Alemania levanten la nariz… A menos que los Verdes no ganen el gobierno en septiembre.
Si los propios Estados Unidos no consiguen calmar el conflicto con China, debemos anticipar que Europa pronto se verá seriamente afectada como consecuencia directa de esta confrontación de la que tendrá grandes dificultades para salir.
De la trampa de la confrontación al fin de la UE
Es probable que muchos líderes occidentales sean conscientes del riesgo que supone para Occidente esta confrontación innecesaria. Al fin y al cabo, la Alemania de Merkel hizo todo lo posible para que se negociara el acuerdo de inversiones entre la UE y China antes de que llegara Biden, anticipando la inevitable trampa transatlántica que se cerraría entonces sobre la UE[60].
Dicho esto, el propio Biden puede verse envuelto en una retórica anti china[61] que tanto ha alimentado el Partido Demócrata durante los 4 años de mandato de Trump (al que han acusado constantemente de ser pro-ruso, pro-chino, traidor a la patria[62]…). Ahora que la opinión pública, el Congreso y la prensa están exaltados, ¿cómo volver a la senda de una política exterior racional que construya para el futuro y para la paz?
La UE, que no es un rival sistémico de China, puede ser capaz de calmar las cosas. Pero está claro que la elección de Biden ha enjabonado la situación y vuelve a desequilibrar el posicionamiento global de la UE del lado de un eje transatlántico bajo el liderazgo washingtoniano.
Pero por todas las razones enumeradas en este artículo, creemos que, a más tardar en 2025, si Estados Unidos ha persistido en arrastrar a Europa a su confrontación, será la UE la que se desmorone. En 2016[63], ya anticipamos que la UE no resistiría la crisis de la relación transatlántica, ya sea por colapso (Trump) o por exceso (Biden).
La perspectiva de la ruptura de una UE, cuya configuración impediría a sus Estados miembros acercarse a las dinámicas económicas procedentes del Este es cada vez más clara. Los holandeses y los españoles piden la anulación de las normas de decisión por unanimidad[64]. La Comisión Europea, el Consejo Europeo… están de acuerdo con esta demanda desde hace mucho tiempo. Pero ¿tiene la UE un sistema político capaz de realizar estas reformas? ¿Todavía está a tiempo de esperar a que la Conferencia sobre el Futuro de Europa provoque (quizás) la aparición de partidos políticos transeuropeos que (quizás) consigan obtener suficientes escaños en la legislatura de 2024 y (quizás) consigan lanzar referendos a los que los ciudadanos europeos (quizás) puedan responder con conocimiento de causa? ¿O los Estados miembros decidirán abandonar el barco en masa para firmar un nuevo contrato social?
El cambio de la situación china obliga a pensar en grandes transformaciones en la estructura de decisión europea si quiere imponer una tercera vía que evite que el mundo tenga que elegir entre ser americano o chino.
Busca a la Comunidad de GEAB en Linkedin para debatir sobre este tema.
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[1] Fuente: WallStreetJournal, 06/01/2021
[2] Fuente: Vienna Institute for International Economic Studies, 20/02/2019
[3] Fuente: La “guerra de los chips”: Estados Unidos, China y la batalla por la supremacía de los semiconductores, TRTWorld, 16/03/2021
[4] Fuente: China Briefing, 26/03/2021
[5] Fuente: Comisión Europea, 30/12/2020
[6] Se puede entender el daño de las posiciones ideológicas de las estructuras intermedias (medios de comunicación, parlamentos) sobre los intereses de los europeos. Fuente: Merics, 17/04/2018
[7] Las transferencias que el acuerdo global sobre inversiones permitiría impulsar… Fuente: NatLawReview, 14/01/2021
[8] Fuente: Euractiv, 05/10/2020
[9] Fuente: Cómo China está reconfigurando el desarrollo internacional, Carnegie Endowment, 08/01/2020
[11] Interesante leer la anticipación que hizo The Diplomat en 2010 (una revista que siempre publica artículos equilibrados sobre este tema, diplomacia obliga…). Fuente: The Diplomat, 05/10/2010
[12] Fuente: PewResearch, 06/10/2020
[13] En muchos aspectos, China se gestiona como un negocio.
[14] Fuente: SouthChinaMorningPost, 25/05/2020
[16] Fuente: China Briefing, 28/12/2018
[17] Fuente: GlobalTimes, 29/10/2020
[18] Fuente: ChinaBriefing, 25/10/2018
[22] Fuente: Shine, 26/09/2020
[24] Fuente: Nikkei, 05/01/2021
[26] Fuente: IEEESpectrum, 21/02/2019
[27] Muy buen análisis de la multa a Alibaba por parte de Pekín. Fuente: SouthChinaMorningPost, 11/04/2021
[28] Fuente: XinhuaNet, 11/03/2021
[31] Fuentes: OECD, 2018 ; Council on Foreign Relations, 28/01/2020
[32] Por ejemplo, en África a través del AIIB (Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras): AIIB, 28/06/2020 ; pero también en Sudamérica: CEPAL/UN, 2020.
[33] Fuente: Deutsche Welle, 05/02/2021
[34] Fuente: BBC, 09/04/2021… pero es muy difícil ver con claridad los mitos y realidades de la vacunación en la guerra entre Occidente y China en el campo de la pandemia (ver Financial Times, 24/03/2021). Puedes leer literalmente todo y lo contrario.
[35] Fuente: CCTV/Xinhua, 09/03/2021
[36] Ya habíamos visto que otros países que buscan democratizarse, pero que temen el modelo occidental más que nada, observan a China con atención, como Arabia Saudí. Fuente: Hoover Institution, 22/04/219
[37] El modelo chino parece ver al PCC como una especie de administración que ejecuta las decisiones legislativas tomadas según estos principios de “democracia de proceso completo” basados en la consulta y la búsqueda de consenso a través de la deliberación… que en realidad se parece a lo que Europa en particular está poniendo en marcha poco a poco: tecnócratas en funciones ejecutivas en respuesta a la hipercomplejidad (Draghi, Macron, etc… si no son “populistas”) y experimentos con diversos y variados procesos consultivos para asegurar que los ciudadanos se identifiquen con las decisiones. El éxito vendrá de si las legislaturas son capaces de articularse con los procesos consultivos de los ciudadanos…
[38] Como demuestra este artículo sobre la libertad de expresión. Fuente: Time, 24/01/2020
[39] Estados Unidos (Fuente: Centre for American Progress, 10/02/2021) ; UE (Fuente: Parlement européen, 26/11/2020) ; China (Fuente: Xinhuanet, 11/03/2021)
[40] Fuente: MoneyControl, 20/03/2021
[41] Véase el artículo sobre este tema en este número.
[42] Incluso el éxito de Japón hace 40 años representó un trofeo en el marcador occidental, ya que al triunfar el país se unió al bando occidental y adoptó sus adornos.
[43] Un buen ejemplo entre otros. Fuente: The Guardian, 12/11/2017
[44] Fuente: Reuters, 21/03/2021
[45] Fuente: China.org, 25/03/2021
[46] Fuente: MiddleEastEye, 01/10/2020
[47] Fuentes: The Guardian, 04/07/2020 ; SouthChinaMorningPost, 06/04/2021
[48] Fuente: RFERL, 22/09/2020
[49] Interesante ver cómo se trató el tema del terrorismo uigur en el Comité del Congreso de Estados Unidos y China en 2016. Fuente: USCC.gov, 06/2026
[50] Fuente: MacauBusiness, 10/04/2021
[51] Fuente: CLBrief, 12/06/2020
[52] Como por casualidad, es con Putin con quien Bolsonaro parece estar desarrollando vínculos. Fuente: MercoPress, 16/06/2020
[53] … cuyo Ministro de Asuntos Exteriores, notoriamente anti chino, acaba de dimitir. Fuente: The Guardian, 29/03/2021
[54] Fuente: WallStreetJournal, 01/03/2021
[56] Fuente: DefenceWorld, 03/04/2021
[57] Fuente: Texas National Security Review, 05/2018
[58] Un buen artículo sobre el tema. Fuente: Vox, 13/04/2021
[59] Fuente: The Times, 06/01/2021
[60] Fuente: Politico, 29/12/2020
[61] Al menos eso es lo que sugiere el respetado Nikkei Asia. Fuente: NikkeiAsia, 10/04/2021
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