El sector de la “economía colaborativa” ha experimentado un drástico crecimiento y transformación gracias al desarrollo de grandes agentes comerciales como Airbnb. Lo cierto es que el crecimiento de esta web para el alquiler de apartamentos turísticos entre particulares resulta impresionante.
Gráfico 1 – Número de viajeros al año que utilizan Airbnb, 2010-2015. Fuente: Airbnb.
A pesar de esta vertiginosa curva y del prometedor futuro de la economía colaborativa, anticipamos que la fiebre del oro ya ha pasado[1] y que las expectativas para estas empresas son mucho menos prósperas de lo que cabría imaginar.
De la dificultad de crecer en la economía colaborativa
La rana que quiso ser buey en la fábula de La Fontaine se infló y se infló hasta explotar. Por supuesto, toda empresa corre este riesgo, pero especialmente las relacionadas con la economía colaborativa. En efecto, el espíritu colaborativo en el que en un principio se fundan apenas es compatible con las máquinas comerciales en que acaban por convertirse inevitablemente, las cuales amenazan con ahuyentar a sus primeros usuarios. Las empresas incipientes de la industria digital sufren un problema similar al perder su imagen simpática y “friki” cuando se hacen hegemónicas (Google o Facebook son un buen ejemplo de ello).
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