El amor intempestivo de Europa por las aerolíneas de bajo coste
Europa está enamorada del transporte aéreo de bajo coste. En los últimos años, las aerolíneas de bajo presupuesto han experimentado un gran auge a nivel global, incluido en Europa. Pocos sectores han crecido tan rápido. Nunca ha existido tal predilección por el transporte aéreo frente al ferroviario, a pesar de que Europa posee una de las mejores redes ferroviarias del mundo.
El reciente caso de la quiebra de Air Berlin ilustra perfectamente el problema del sistema. La aerolínea de bajo coste Easyjet se apresuró a adquirir algunas de las rutas internas alemanas pertenecientes a Air Berlin[1], incluida la lucrativa ruta Berlín-Múnich. Pocos días después de firmar el acuerdo, la marca Air Berlin se tornó de un naranja agresivo y comenzó a publicitar viajes de fin de semana a la rica capital bávara y los Alpes. Estas noticias no serían dignas de destacar en sí, si no fuera porque, tan solo unas semanas antes, se había inaugurado una conexión ferroviaria de alta velocidad completamente nueva entre ambas ciudades, que reducía el tiempo de viaje de seis a apenas cuatro horas. El trayecto atrajo más atención de la esperada y la red ferroviaria alemana tuvo que aumentar la frecuencia pocas semanas después de inaugurarlo.
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