En 1450, Gutenberg inventó la imprenta y publicó su primera Biblia. 100 años después, el Concilio de Trento inventó el «index librorum prohibitorum”[1]. Entre tanto, Lutero había iniciado el movimiento de reforma de la Iglesia católica.
500 años después, en 1995, Occidente inventó Internet. Veinte años más tarde, como resultado de un cuestionamiento multidireccional de este mismo Occidente (terrorismo, cismas religiosos, llegada de nuevos actores…), la censura reina sobre una Internet que se transforma poco a poco en un medio de comunicación de masas en lugar de la inmensa biblioteca que era al principio.
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