GEAB 152

El año 2020 ha sido especialmente difícil para la industria espacial europea. Además de sufrir la crisis de la COVID-19, la economía espacial europea también padece otras carencias. En la actualidad, nos acercamos al punto de inflexión en el que Europa podrá dar un tremendo paso adelante o quedarse significativamente rezagada con respecto a los demás. La segunda opción parece más probable, pero lo urgente sigue siendo la reactivación del apoyo político. Frente al auge de SpaceX y China,^[1] la vuelta a la demanda interna, la confianza del mercado en la experiencia europea y la llegada de Newspace pueden permitir a Europa seguir siendo la segunda potencia espacial.

Una política espacial europea compleja

Hay varias instituciones europeas que se ocupan de la política espacial. Está la política de la UE y la de la propia ESA, decidida de acuerdo con todos los ministros de los 22 Estados miembros (incluidas las asignaciones de fondos), que sólo se vota cada dos años.^[2]  También se puede decir que a Europa no le ha dado tiempo a meter la pandemia en la ecuación. Con el Brexit, la cuestión del lugar que ocupa el Reino Unido en la ESA aún no se ha resuelto realmente, ya que los británicos no podrán disfrutar de todos los grandes proyectos que, por su parte, son acordados y financiados por la Unión Europea y la Comisión Europea^[3].