Es hora de hacer un balance de nuestra tendencia a la “digitalización monetaria”.
En efecto, si todo ha tomado la dirección que anticipamos hace dos años[1], los experimentos de laboratorio parecen tener dificultades para salir a la luz:
. el Yuan digital está en fase de prueba en algunas ciudades, como Shenzhen – cuyo carácter de ciudad piloto es muy compatible con este tipo de experiencia- o Suzhou[2]
. el Libra-Diem-Dólar, que lleva meses intentando salir al mercado, sigue esperando la autorización del regulador suizo FINMA [3]
. el Euro digital será objeto de una decisión a mediados de 2021 para su despliegue 3 o 4 años después [4]
Mientras tanto, la inflación se ha disparado[5] bajo la presión de la orgía de deuda que la Covid ha permitido, dando a la modernidad de Occidente, que va a la zaga de Asia, la oportunidad de reducir la brecha.
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