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El euro en el bolsillo: sentimiento de pertenencia a Europa

La relación que mantenemos con el dinero está cargada de afectividad y emoción. No sólo tiene un valor económico, financiero o monetario, sino también emocional, social y cultural. Lo mismo ocurre con el euro, cuya introducción ha supuesto un verdadero cambio en las actitudes europeas, por no mencionar el hecho de que después de la generación Erasmus viene la generación Euro, una generación Z europea, nacida con la moneda única.

Figura 1 – Generación Z = Generación Euro

Con la moneda euro en nuestros bolsillos y carteras desde hace unos veinte años, llevamos con nosotros el símbolo de un valor social compartido, un fuerte vínculo de pertenencia, de apego con los miembros del grupo con el que se identifica y con el que nos identificamos a través de ella: el símbolo de lo que llamamos Eurolandia (la zona monetaria política del euro, muy diferente de la eurozona, la zona monetaria técnica) representada en sus múltiples formas culturales en nuestras monedas y billetes. Un espacio “político” que aceptamos compartir con otros eurociudadanos más allá de las fronteras de nuestros países, un nuevo nivel al que se han transferido competencias monetarias y con el que estamos comprometidos de cara al futuro. Cuando entró en circulación en 2002, el euro sustituyó a las monedas nacionales de los Estados miembros que lo adoptaron y propició este cambio de paradigma psicológico, pasando de la identificación con una comunidad nacional a una comunidad europea ampliada, aunque no todos los Estados miembros de la UE pertenezcan a la eurozona.