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A medida que Occidente retiraba progresivamente sus activos de China anticipando el agravamiento de las tensiones entre ambos^[1] y se daba cuenta de que su reindustrialización tropezaba con innumerables dificultades (financieras, medioambientales, humanas), India aparecía como la solución de sustitución ideal: una mano de obra numerosa y barata^[2], voluntad de desarrollo “a toda costa” expresada por el gobierno siguiendo el ejemplo de Deng Xiaoping en 1978^[3], una perspectiva de crecimiento de casi 2 puntos, etc. Pero la experiencia china incita a Occidente a la prudencia: ¿cómo evitar que el desarrollo de India vaya acompañado de un aumento de las tensiones entre Occidente e India? Siguiendo la nueva lógica del “friendshoring“^[4], se trataría de garantizar la compatibilidad duradera de India con Occidente. Pero esto no es fácil: India es una potencia emblemática del espíritu de no alineación de la Conferencia de Bandung (fue el propio Nehru quien inventó el término “no alineación” en 1954). El actual Primer Ministro, el nacionalista Narendra Modi, no es una excepción a esta regla y procura mantener buenas relaciones con todo el mundo: Occidente, Rusia e incluso China. Aunque su bando se caracteriza por un fuerte sentimiento anti chino, el propio Modi parte de un principio de realpolitik, teniendo en cuenta la incompatibilidad del desarrollo económico del país y la conflictualización de las relaciones con su gran vecino chino. Pero la guerra de Ucrania está ejerciendo más presión sobre el principio de no alineamiento: a India le resultará cada vez más difícil mantener esta posición y se verá empujada a tomar partido a favor o en contra de China y Rusia.

A medida que se acercan las elecciones generales de 2024, anticipamos la aparición de nuevas corrientes políticas, incluidos movimientos prooccidentales probablemente vinculados a la Inglaterra de Rishi Sunak y a la diáspora india, que podrían hacerse con el poder para alinear a India con los intereses occidentales. La estrategia británica post-Brexit –Global Britain- y post-Elizabeth II –New Commonwealth-, refuerza la probabilidad de este escenario y convierte al Reino Unido en un actor central en esta estrategia de realineamiento de India.