El carácter exponencial del ritmo de las innovaciones de todo tipo aterroriza cada vez más al colectivo humano occidental. Entre las miradas asustadas al futuro, las dificultades crecientes para adaptarse al cambio y el asombroso coste de las transformaciones y su mantenimiento (empezando por la ciberseguridad), Occidente irá aborreciendo poco a poco la palabra “innovación”. En las últimas décadas, se ha impuesto una frenética carrera por la innovación. Individuos, empresas e incluso Estados abandonarán en su mayoría desordenadamente esta carrera. Es una de las primeras reacciones a la aprehensión del mundo VUCA (por “Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity”) que se está produciendo con tanta dificultad.
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