GEAB 186

La inversión en Europa se está convirtiendo en uno de los pilares de la estrategia de Arabia Saudí para desprenderse del petróleo. Detrás de proyectos mediáticos como el Line, se percibe un cierto reequilibrio entre los aspectos nacionales e internacionales de esta estrategia. Aunque las inversiones nacionales han sido durante mucho tiempo las más visibles y las extranjeras más discretas, esta tendencia debería invertirse pronto por dos razones:

– la reducción del proyecto de la Línea^[1] y una cierta vuelta a la razón en la estrategia de inversión interna;

– a la inversa, un aumento de las inversiones en Europa, sobre todo en ámbitos estratégicos (energía y tecnología, en particular), en consonancia con los objetivos del proyecto saudí Visión 2030. La cuestión es si esta tendencia podría poner en peligro la soberanía de los Estados europeos afectados. Aunque algunos Estados muestran preocupación, la necesidad de capital extranjero debería acallar pronto las escasas oposiciones.

Si hablamos en términos de Estados, es porque hasta ahora Arabia Saudí ha desarrollado sobre todo relaciones bilaterales con los europeos (España, Italia, Croacia, Países Bajos, Francia, etc.). A nivel europeo, las relaciones han sido hasta ahora más delicadas, dados los desacuerdos entre ambos países en materia de respeto de los derechos humanos. Sin embargo, desde 2021, marcado por el conflicto ucraniano y la crisis energética, la UE, como actor político y económico, ha iniciado relaciones más estrechas^[2], hasta el punto de que el pasado mes de mayo se inauguró oficialmente la primera Cámara de Comercio “europea” en Arabia Saudí^[3], allanando el camino para las inversiones saudíes en el marco de programas específicamente europeos.