GEAB 139

Las revueltas populares crecen y se multiplican: primaveras árabes, ocupación de Wall Street, indignados, Maidan, votos populistas, chalecos amarillos, Irak, Argelia, manifestaciones contra el calentamiento global, Hong Kong, Líbano, Venezuela, Chile, Ecuador, Bolivia…. las calles se incendian, los mercados se tambalean y la única explicación que se da es la pobreza, el aumento de las disparidades, los impuestos… “la economía” ¡Por supuesto!

Lejos de descartar el factor económico de la protesta popular: como en cualquier revuelta, el detonante es, en efecto, económico. Pero cuando el descontento se parece tanto a una tendencia pesada y global, es apropiado comenzar a identificar un proceso revolucionario en ella.

Sin embargo, una revolución corresponde a la necesidad de un cambio de «régimen».

Anticipamos que la marea revolucionaria que se está extendiendo por todo el mundo, sólo comenzará a fluir de manera sostenible cuando se pongan en marcha los primeros modelos democráticos modernos. Pero, en nuestra opinión, las condiciones son menos favorables que nunca para presenciar este advenimiento, que es un proceso que continuará durante otros veinte años. Mientras tanto, seremos testigos principalmente de la “tecnologización”, a través de las Big Tech, la IA y la cadena de bloques, del control de las opiniones a petición cada vez más apremiante de los intereses financieros, económicos y políticos existentes… con todos los abusos, recuperaciones, manipulaciones y guerras de opinión a los que conducirá la ausencia de control democrático de estas herramientas.