Hemos estado anticipando la llegada de las monedas digitales de los bancos centrales (MDBCs) durante el año pasado[1]. Y fueron los discursos de Christine Lagarde en el FMI en particular los que nos dieron el soplo. Inevitablemente, el nombramiento de la misma Christine Lagarde como directora del BCE indica que es probable que este tipo de agenda se acelere en la zona euro. Y de hecho, la evidencia se está multiplicando: Benoît Coeuré, otra figura importante en el debate sobre el fortalecimiento y la internacionalización del euro[2], cuyo mandato en el Comité Ejecutivo del BCE finaliza en diciembre, se eleva al todopoderoso banco central de los bancos centrales, el BPI (Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea)…. para hacerse cargo de la cartera «innovación/moneda digital» precisamente[3], con la misión de «encontrar la respuesta a la libra de Facebook»[4].
Pero eso no es todo: los alemanes se unen ahora al coro francés con esta declaración de la Asociación de Bancos Alemanes (que representa a más de 200 instituciones bancarias), pidiendo el lanzamiento de un euro digital basado en la cadena de bloques (crypto-euro)[5]. Pocos días después, Thomas Mayer, economista de la Universidad Goethe de Frankfurt, publicó un artículo titulado «Un euro digital para salvar la Unión Monetaria Europea»[6]. Procedente de los actores más centrales y conservadores de nuestra moneda común, este tipo de indicador debe tomarse en serio. Cabe señalar también que la introducción de las transferencias instantáneas iniciadas por el BCE desde mediados de 2018 es muy similar a esta digitalización del euro.[7].
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