Grupo de tendencias principales
El año 2022 se perfila complicado… Tras el gran parón de 2020, 2021 intentó hacer ver que las cosas volvían a la normalidad. En cambio, como anticipamos a principios de año, todo atisbo de recuperación ha provocado nuevas fracturas en el viejo sistema: quiebras, inflación, resignación. El futuro lucha por recuperar el rumbo. Aunque sabemos que depende del buen uso que se haga de las nuevas tecnologías, de momento, por falta de una visión realista y de capacidad política, las gigantescas cantidades de dinero liberadas por los Estados para financiar ese futuro tienden a perderse: armamento, corrupción, fantasías (como “Elon Musk”, por ejemplo[1]).
Por no hablar de que se necesita tiempo para poner en marcha las nuevas herramientas del próximo modelo económico. Durante al menos otros 10 años, nuestros líderes se enfrentarán a la desalentadora tarea de:
. frenar el ritmo de la economía del “viejo modelo” (en un mundo fragmentado y competitivo)
. mientras se continúa financiando el siguiente modelo (cuando se acabe el dinero como consecuencia del punto anterior)
. aportando una visión “común” de un futuro “realista” (en medio de la gran cacofonía sobre este tema)
. al tiempo que reafirman sus valores democráticos (cuando el autoritarismo podría ser la única forma posible de abordar los otros puntos)
. y mientras se produce un profundo cuestionamiento del modelo de Estado-nación (debido a los choques económicos relacionados con el primer punto).
En este segundo año de la nueva era, nuestro equipo considera que el rasgo de tendencia más potente de los próximos meses debería ser la “gran desaceleración controlada” facilitada por la subida de los tipos de interés y la creciente crítica a la dinámica del progreso. Los chinos lideran el camino al replegarse sobre sí mismos y lanzar su proyecto socialista para redistribuir la riqueza creada en los últimos 30 años. Puede ser que a Occidente le resulte más difícil controlar el proceso, mientras tenga que seguir pasando por su habitual mezcla de crisis y reacciones para conseguir el mismo resultado…
Dentro de Occidente, sigue existiendo la misma incertidumbre: ¿conseguirá Europa tomar su propio camino? El que reabra la vía de la reinvención de la gobernanza mundial.
Para los europeos, todo sigue decidiéndose en Ucrania. Deberíamos saberlo este año: ¿guerra o reforma de la OTAN? Sabiendo que un poderoso aliado para desbloquear la situación es claramente Oriente Medio, que, liberado del yugo americano y gracias a los Acuerdos de Abraham, se está posicionando como la “cuna civilizatoria del próximo mundo”.
Todo esto sugiere a nuestro equipo una dinámica de doble crisis, la del mundo de antes y la del mundo de después, en la que todos los fundamentos imaginados en la década anterior, pre-Covid, deben ser completamente revisados.
Es una verdadera “suspensión del futuro” la que vamos a vivir. Sin duda, dará la impresión de volver al antiguo sistema, pero, agotado, tendrá grandes dificultades para resistir el peso de una sociedad que espera impacientemente su futuro (nuevas generaciones, actores económicos o “reformadores” por todos lados).
Algunas fechas clave en 2022
Para anclar a la realidad nuestra teoría de las tendencias, coloquemos en el mapa del año algunas fechas estructurantes importantes:
A lo largo del primer semestre, la UE estará bajo la presidencia francesa, una presidencia muy fuerte de un país que actualmente está bien reposicionado a nivel europeo y mundial, con el objetivo de reafirmar el proyecto europeo reorientándolo al máximo hacia el objetivo de la soberanía europea. Los principales ámbitos de transformación son, en particular, el espacio Schengen, el pacto migratorio, la Europa de la Defensa, el repliegue de Europa en su vecindad -en particular en los Balcanes-, el New Deal euroafricano, el desarrollo de una visión del modelo de crecimiento de Europa para 2030, la creación de un mercado digital único, el establecimiento de niveles adecuados de remuneración y la reforma de los criterios presupuestarios derivados del Tratado de Maastricht[2], la celebración de los 35 años de Erasmus, la redacción de una historia europea, la capitalización de los trabajos de la Conferencia sobre el futuro de Europa para una Europa humana (hasta que sea democrática)[3], sin olvidar el papel de Europa en un contexto de gobernanza multilateral (Foro de la Paz de París iniciado por el Presidente francés E. Macron en 2018)[4].
En febrero, los Juegos Olímpicos de Pekín nos darán una medida del éxito de las políticas occidentales para aislar a China, así como pistas sobre la estrategia de reposicionamiento internacional del Reino Medio.
En abril, las elecciones francesas serán un importante indicador de futuro del impulso dado por la Presidencia francesa de la UE: ¿el proyecto de una Europa humanista verá transformado su ensayo?
En junio, la cumbre del G7 se celebrará en Baviera bajo presidencia alemana para hacer balance de la agenda alemana: Covid-19, medio ambiente, China, Rusia… donde la prioridad medioambiental servirá para reafirmar el imperativo de la cooperación con China, y la prioridad de la paz justificará la necesidad de reanudar el diálogo con Rusia, en el marco de un G7 dedicado principalmente a intentar calmar al “aliado” estadounidense. Japón tomará el relevo de Alemania en 2023.
También en junio, la Cumbre de la OTAN organizada por España en Madrid pretendía poner el acento en la cuestión del multilateralismo y la diversificación de las misiones de la Organización[5]. Pero desde entonces, el aumento de las tensiones con China y Rusia ha hecho que todo el mundo vuelva a las andadas con los ataques a China y Rusia. Dicho esto, de aquí a junio, seguimos siendo optimistas en cuanto a que un avance positivo en el frente ucraniano (que explicamos a continuación) puede apuntalar una relación euro-rusa más fructífera.
En noviembre, el XX Congreso del Partido Comunista Chino debería mantener a Xi Jinping en el poder al final de un año dedicado a la estabilidad en la transición. China debe replegarse sobre sí misma y reducir el ritmo de su estructura productiva, evitando al mismo tiempo la reducción de la clase media; aspira a la autosuficiencia alimentaria y tecnológica; a un crecimiento armonioso basado en una suave recuperación de la demografía interna y en la redistribución de la riqueza; y a asegurar su territorio y sus fronteras sin crear un choque geopolítico. Un verdadero acto de equilibrio y, si fracasa, un desafío para el actual líder.
En noviembre, las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos ya prometen una oleada republicana que, dependiendo de lo que haya ocurrido antes en Europa, hará que América se repliegue sobre sí misma o que arrastre a todo Occidente a una lógica de conflicto global escandaloso.
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