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Si la necesidad de la digitalización del sistema monetario internacional descrita anteriormente se ve reforzada por la crisis financiera que anuncia la pandemia, se encuentra en todos los desvíos de los artículos sobre este tema la misma idea fija: permitir que el mundo pase por alto el sistema estadounidense de sanciones.[1]. Todos estos proyectos de moneda digital no se remontan a la pandemia. Están impulsados, en particular, por la famosa extraterritorialidad de la ley americana, que es posible gracias a que el comercio mundial se realiza casi exclusivamente en moneda americana.[2] Como la salida del sistema del dólar no fue posible a través del paradigma monetario actual, sólo un cambio de este paradigma permite prever esta liberación. Aquí es donde entra en juego la pandemia, haciendo desaparecer toda la credibilidad de un sistema basado en la “confianza” (monedas “fiduciarias” etc.)[3], en particular desde 1971 y el fin de los acuerdos de Bretton Woods) y legitimando el establecimiento de un nuevo sistema monetario mundial no basado en la moneda fiduciaria de los Estados Unidos.

Pero las consecuencias para los Estados Unidos serán colosales… especialmente en términos de su papel internacional, por supuesto. El fin de la extraterritorialidad del derecho americano a través del fin de la supremacía de su moneda puede significar el fin de la gestión de los Estados Unidos en el mundo, una pérdida de poder que conlleva riesgos muy grandes de ver a los Estados Unidos pasar de esta forma de “diplomacia legalista” vinculada a su moneda a formas más musculosas^[4] de preservación de sus intereses estratégicos, sobre todo si estos “intereses estratégicos” no se redefinen para hacerlos compatibles con los del resto del planeta. Concretamente sobre el terreno, ¿cómo es este esfuerzo mundial para traer a los Estados Unidos a casa? Esta es una oportunidad para hacer un pequeño recorrido por los principales frentes conflictivos que no debemos perder de vista durante esta pandemia.